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1323 22 Mayo 2013

 

Mucha marmaja y poca elegancia
Hugo L. del Río

Monterrey.- El estilo es el hombre, escribió hará cosa de dos siglos y medio el científico y ensayista francés Georges Louis Leclerc Buffon. ¿Y si no hay estilo? En nuestro México –africanizado, aterrorizante y encantador– no nos aburrimos. Podremos morir de hambre, pero no de tedio. La malquerencia, por usar una palabra amable, entre los Junco de la Vega y los Salinas Pliego, ya peina canas.

Las desavenencias personales se combinan, de fea manera por parte de los aztecos, con la posibilidad, remota pero posibilidad al fin y al cabo, que el grupo El Norte-Reforma obtenga la concesión para operar un canal de TV. Los Salinas Pliego preferirían, supongo, que papá gobierno les diga que no a los paisanos. Y con esa cosa que editan a diario aquí, desde hace poco se pusieron en plan de enseñar a los chinos a cultivar arroz en China.

Todo ello es entendible: las dos casas feudales están en contienda armada y en la guerra, como en el amor, todo se vale. Pero si los Salinas Pliego tienen superávit de bilis y marmaja, los agobia, o debería agobiarlos, un gravísimo déficit de elegancia. El desplegado que publicaron contra Alejandro Junco de la Vega y que don Ale, en gesto de señor mandó reproducir en página impar de la primera sección, es un reality show tipográfico. Supongo que lo redactó el Chavana de los piratas del Cerro del Chiquigüite: vulgaridades, insultos, amenazas con capucha, al estilo de ellos: palabras, palabras, palabras.

Los Junco de la Vega no les van a contestar, y harán bien. Tampoco digo que ellos sean unos santos, pero en este oficio no los hay. Los locales saben su cuento y conocen a sus lectores: la gente, nuestra gente. Los Salinas Pliego en plan de moralistas me recuerdan aquellas líneas de Arturo Pérez Reverte: Santa Clos en una calle del Madrid viejo es “como uno de Arkansas bailando sevillanas”. ¿Será que si no hay estilo no hay hombre?

 

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