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1327 28 Mayo 2013

 

La fea costumbre de pensar mal
Hugo L. del Río

Monterrey.- La idea de fusionar policía y tránsito (no se merecen el honor de la mayúscula, aunque protesten los puristas) de Monterrey no es buena ni mala, sino todo lo contrario. Lo único que alcanzo a ver en este anteproyecto es la ambición de tener más poder: nuestros almirantes ansían tomar el timón del mando absoluto.  

Tan corruptos son los azules como los agentes viales, aunque hay una diferencia importante: los gendarmes asesinan, los tránsitos nada más muerden. ¿Se trata, acaso, de borrar esa línea que los separa, de armar y darles a los de vialidad la “autoridá” para que hagan arrestos, secuestren personas para entregarlas al narco, roben uno que otro banco y, llegado el caso, ensucien con sangre humana su uniforme?  

No le encuentro otro motivo al programa de crear una sola corporación, bajo el mando absoluto de –qué tristeza—quienes debieron haber heredado y hecho suya la lección de los cadetes navales en el Veracruz de 1914.  

De concretarse el programa, habrá entre el personal de los dos cuerpos un intercambio de lecciones en materias como la comisión de delitos de todo género.   Lo confieso: no confío ni en unos ni en otros ni, mucho menos, en los almirantes. Hasta ahora, no nos han dado buenos resultados y, como el sospechosismo es un virus que afecta a todos, caigo, faltaba más, en la fea costumbre de pensar mal. Los generales de la mar se irán cuando llegue el momento, sin rendir cuentas ni nada por el estilo.  

Con o sin mezcla de polis y mordelones, lo que necesitamos es limpiar esos establos de Augías y designar a personas profesionales y honestas comprometidas con Monterrey.  

Pie de página
Arnoldo Martínez Verdugo fue un hombre vertical y un comunista inteligente y patriota. Logró liberar al Partido Comunista Mexicano de sus tontos y anacrónicos resabios estalinistas, e hizo grandes esfuerzos y sacrificios por formar una especie de Frente Popular, esto es, una coalición seria y respetable de las izquierdas. No fue posible: el PT es el patrimonio de la familia de Beto Anaya; Morena, la tabla de salvación de López Obrador y el PRD, bueno, para qué derramar sal en la herida. Pero Arnoldo lo intentó y vendrán otros que volverán a hacer el ensayo. Muñoz Ledo tiene razón: el mejor homenaje que se le puede hacer a Martínez Verdugo es luchar por la unidad de las izquierdas.

 

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