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1328 29 Mayo 2013

 

HORIZONTE CIUDADANO
Remembranzas para un líder de izquierda
Rosa Esther Beltrán Enríquez

¡Dadme el silencio, el agua, la esperanza,
dadme la lucha, el hierro, los volcanes,
apegadme los cuerpos como imanes,
acudid a mis venas y a mi boca,
hablad por mis palabras y mi sangre,
no, no, no nos moverán! no, no, no nos moverán!
Neruda

Saltillo.- Se fue Arnoldo Martínez Verdugo, ejemplo de congruencia, político incorruptible, discreto, solidario, que supo conciliar independencia y diálogo; fue un constructor de los caminos de la izquierda mexicana. Desde los 21 años (1946) militó en el Partido Comunista Mexicano (PCM), el más antiguo del país, ahí fue Secretario General de 1963 hasta 1982, fecha en que fue postulado como candidato a la presidencia de la República por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM). Arnoldo contribuyó eficazmente a la unidad de las izquierdas nacionales en la transición de la disolución del PCM para impulsar una fuerza política superior.

Durante los años de la guerra fría, tanto las derechas como las izquierdas se alineaban acríticamente con sus respectivas potencias hegemónicas, los Estados Unidos y sus aliados o la URSS y los suyos, en cambio en México, el dirigente Martínez Verdugo decidió que no sería un peón sumiso y acrítico a favor de la línea política soviética, siendo así el Comunista Mexicano el único partido de Latinoamérica que asumió un postura independiente y honrosa.

Durante el sexenio de José López Portillo, Arnoldo presidió las negociaciones en torno a la Reforma Política de la que surgiría la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE) que otorgó el registro a partidos políticos que permanecían en la clandestinidad como el PCM; frente a la oposición de una parte de la izquierda tradicional, lo cual era explicable después de que la izquierda vivió siempre reprimida y proscrita por los gobiernos, desde la dictadura de Porfirio Díaz y luego aplastados por el nacionalismo revolucionario del PRI, por ello merecidamente se reconoce a este líder como precursor de la apertura democrática y es que el proceso fue largo, difícil y penoso y plagado de colosales obstáculos.

Arnoldo tenía una fina percepción política y supo leer los signos de los tiempos que vieron venir el eurocomunismo, fue su equivalente latinoamericano, un reformador auténtico pero en condiciones mucho más difíciles que los europeos.

Él supo conciliar independencia con diálogo, tolerancia con compromiso democrático, debates democráticos para dirimir rumbos y gobiernos. Era un humanista y un demócrata, cualidades que hoy, la propia burocracia de la izquierda suele despreciar.

La personalidad de Martínez Verdugo sobresale, porque su intervención fue la suma y no la división, no actuó como caudillo, luchó sin estridencias con la intención de promover una profunda transformación intelectual y moral de la sociedad.

Es claro que Arnoldo desempeñó un papel clave en la transición a la democracia, que con una gran visión de futuro impulsó la renovación de la izquierda fuera de dogmatismos para emprender la lucha la unidad y el respeto a la pluralidad; fue un amigo que impulsó la búsqueda de nuevos caminos al lidiar por el proceso de unificación de las izquierdas en este país.

Fue un hombre valiente que ahora es un referente para los que militan por la lucha de los principios y un dirigente histórico de la izquierda, un protagonista clave de la transición mexicana que con una gran visión de futuro mostró que conocía a fondo el país, que asumía su historia y hablaba su lenguaje; su visión fue la suma, no la división, fuera de dogmatismos; fue un amigo que impulsó la búsqueda nuevos caminos.

Arnoldo fue un líder que luchó sin estridencias para hacer viable la opción socialista y promover una transformación profunda intelectual y moral de la sociedad mexicana y por ello no dejará de ser un referente para quienes habitamos bajo el amplio y diverso espectro de las izquierdas, la social o la partidista.

La actividad de Martínez Verdugo mostró una vez más que el progreso de la humanidad siempre ha estado a cargo de las fuerzas que luchan por la libertad, la justicia social y el respeto a los derechos humanos y no puede ser de otra forma, porque después de todo, la estrella polar de la verdadera izquierda política es la justicia social.

 

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