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1355 5 Julio 2013

 

HORIZONTE CIUDADANO
Domingo siete
Rosa Esther Beltrán

Saltillo.- Las campañas electorales se cerraron, y la violencia mancilló este proceso electoral.

Como en los peores tiempos del siglo XX, la tensión política crece; en la cámara baja, los diputados mostraron más de 473 denuncias que no son atendidas, de manera que los partidos sí salieron con su domingo siete, arropados bajo un aluvión de promesas.

Coahuila no es la excepción, el asesinato aún impune de Francisco Navarro Montenegro y otra víctima no identificada, además de los ataques violentos a la familia del candidato del PAN, Isidro López Villarreal, el asalto y robo en la camioneta de su esposa, el ataque de una pedrada a la hija, más las campañas negras en su contra, mancharon la contienda de Saltillo; pero en La Laguna, también los hechos violentos cundieron, secuestros, ejecuciones y sucesos de guerra sucia se multiplicaron, de manera que las firmas de los blindajes por parte de autoridades federales, estatales y líderes de partidos, quedaron hechas polvo.

Así vamos hacia el domingo siete, aunque el ejecutivo afirma que no hay focos rojos en la entidad, claro, él vive en su burbuja, ignora la lacra de la impunidad.
En todos los municipios estatales, las lideresas y coordinadoras de manzana están presentes y nos obsequiarán su domingo siete. Se encargarán de “visitar” a cada elector de su sección para palomearlos, además hay alguien que, al lado de la casilla y con contador en mano, revisa cuántos votaron y luego los conducen al almuerzo o comida, el premio.

El domingo ellas serán el verdadero poder, no el ciudadano como pregonan los spots.

Las denuncias por corrupción abundaron, un alud de porquería, arrojada por todos los partidos cubrió las contiendas en la ruta hacia el domingo siete. Gustavo Madero, presidente del PAN, sostiene que el PRI y sus gobiernos han fomentado un clima de violencia inhibitorio del voto y de la participación, que el día de la elección esperan la promoción de rumores y disparos al aire, como tácticas intimidatorias.

Madero muestra una postura ambivalente, por un lado denuncia con ira ante Peña Nieto, que el PRI utilizó la violencia, la intimidación y el desvío de recursos públicos durante el actual proceso electoral, pero no menciona que su partido abandonaría el Pacto Por México, como en varias ocasiones amenazó que lo harían, lo cual deja ver que no puede darse el lujo de abandonar ese cobijo ante el derrumbe electoral de su partido hace un año.

Imagine usted ciudadano, la risa, la diversión que debe invadir a Enrique Peña Nieto ante la ingenuidad de las cúpulas de la oposición que creyeron que el PRI cumpliría con el Pacto y el Adendum o subpacto firmados, sin saber que eran espejismos.

El camino de la primera elección del actual gobierno federal está sembrado de sangre y homicidios, de secuestros, calumnias, denuncias insatisfechas, jugarretas, trampas, engaños y autoengaños; es la senda que la ciudadanía contempla con ira y estupor, unos comicios crueles, regresivos e inadmisibles; pero los ciudadanos comunes, ¿podremos hacer algo más que conformarnos con lo que resulte el domingo siete?

Como ciudadanos somos conscientes de que la política y el gobierno son el recurso que la sociedad tiene para tener algo de orden y no desfondarse en el caos y la anarquía, para una convivencia aceptable y no volvernos una jungla, para vivir seguros y no ser víctimas de bandas, agentes de antros, y tipos que se lucen como gobierno.

Es nuestro derecho exigir de las elecciones resultados trasparentes y apego al Estado de derecho, de no ser así, ¿qué nos quedaría? No tenemos por qué renunciar a la exigencia de vivir en una sociedad buena, humanamente mejor, ni tampoco por qué desistir de la exigencia de que la política sea una actividad excelente.

Eso será imposible si dejamos que la clase política haga y deshaga como sucede ahora, como ha sucedido en Coahuila con los Moreira. Dar la espalda a la política es dejar la senda abandonada para el juego ambicioso por posiciones políticas que darían, y darán, ingresos, cargos, negocios y vanidades sociales.

Es permitir que el clientelismo político siga prosperando.

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