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1355 5 Julio 2013

 

Ser o no ser
Nora Elsa Valdez

Monterrey.- Ser o no ser, estar o no estar, vivir o vegetar, he ahí el dilema. ¿Qué significa ser o no ser? Analicemos un poco esta profunda y filosófica reflexión.

Hay un ser que habita, mueve y dirige nuestro cuerpo. No lo podemos ver, pero lo percibimos. Cuando ese ser está presente en nosotros, estamos conscientes de todo lo que pasa dentro y fuera de nosotros.

Pero si ese ser no está presente sino que se va de nosotros, sea temporal o definitivamente, ya no somos lo que somos, ni estamos conscientes de lo que nos pasa. Nos desconectamos. Nuestra consciencia se va de nuestro cuerpo y podríamos decir que nos volvemos “una lámpara sin luz”, como dice la canción.

Nuestro cuerpo queda vacío del ser. Ya no somos, ni estamos presentes en el cuerpo. ¿Cómo zombies?

Hoy existen muchas distracciones que nos desconectan y nos hacen evadirnos de nuestra realidad, de nuestra vida, del presente, y hacen que nuestra consciencia vuele lejos de nuestro cuerpo. Dejamos de vivir aquí y ahora, y dejamos de hacer lo que vinimos a hacer en esta vida, de cumplir nuestra misión. Dejamos de ser.

Estos momentos son trascendentes para la Tierra y la humanidad, y es cuando más necesitamos “ser”. Ser la pieza del rompecabezas que somos, pues sin nosotros no se puede completar el cuadro.

La luz está empezando a llegar en un hermoso amanecer, después de una larga, obscura y dolorosa noche, que por fin ha terminado. Una noche en la que la humanidad, para sobrevivir, ha tenido que defenderse de los ataques traicioneros de las fuerzas de la maldad que la han tenido prisionera, esclavizada, sufriendo a causa de su control despiadado a través de mentiras y engaños, que la luz nos está empezando a revelar cada vez más.

En esta larga noche hubo zombies, vampiros, murciélagos, chinches, pulgas y garrapatas energéticas; todo tipo de parásitos, que chuparon traicioneramente nuestra sangre, nuestra vida y nuestra energía mediante el sufrimiento, agazapados en la obscuridad, y que ahora empiezan a huir aterrorizados ante la llegada de la luz del amanecer, porque ya no encuentran obscuridad donde esconderse para continuar su comodina e infame labor.

La luz llega para liberarnos de estos parásitos asesinos, y del sufrimiento que nos han causado al esclavizarnos con sus mentiras. No es verdad que hayamos venido a esta Tierra a sufrir, ni que los malos siempre ganan, ni que tengamos que ser malos para defendernos y sobrevivir. Este es el lavado de cerebro que usan para mantenernos esclavizados.

La Tierra fue hecha como un lugar de juegos donde los hijos e hijas de la luz y el amor, pudieran crecer y aprender a ser dioses creadores. Pero este paraíso fue invadido por parásitos durante la noche y nadie los pudo ver en la obscuridad.

Ahora que la luz llega podemos recordar que existe la felicidad y el amor, y que es posible realizar nuestros más hermosos sueños. Y podemos ver que muchos estábamos a punto de ser convencidos de caer en la maldad, estábamos a medio tragar por los parásitos de la obscuridad, como la víbora cuando está tragando un conejo. Creíamos que no había otra opción y dejamos de oponer resistencia.

Creer que tenemos que escoger el camino de la maldad, de la obscuridad, porque los malos siempre ganan, es como querer convertirnos en parásitos también. Creer que podremos seguir haciendo el mal para convertirnos en parásitos, no nos hará malos ni parásitos. Sólo nos hará caer en la trampa para que esos parásitos acaben de tragarnos sin que opongamos resistencia.

Querer dejar la misión del alma para volverse malvado, nos convierte en tibios que no tuvieron el valor y la fuerza para defender su ser y brincar al lado de la luz a donde pertenecen para cumplir con su misión.

Quedarse en medio, como tibio que no quiso correr hacia la luz salvadora, será caer en el último engaño de la obscuridad, que es hacernos creer que los malos van a poder seguir actuando impunemente, sin castigo.

La justicia ha llegado y la luz llegará cada vez más para iluminar hasta el último rincón de la Tierra y acabará con todos los parásitos energéticos, como si fuera una gran barredora que dejará limpia la Tierra.

Tenemos libre albedrío y estamos ante nuestra última oportunidad para elegir ser o no ser. Pero si elegimos no ser, que es lo mismo que ser tibios, nos quedaremos como la presa a medio tragar. Si no brincamos hacia la luz salvadora, la barredora nos llevará junto con todos los parásitos porque el tiempo se ha terminado.

¿Se animará por fin a cumplir con su misión y ocupar su lugar en el rompecabezas de la vida?

 

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