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1360 12 Julio 2013

 

Primero, súbase a un camión
Hugo L. del Río

Monterrey.- Mi querido chómpira todavía elegible para concuño, Paco Pancho Tijeras, Tijerín, dice que Víctor Manuel Martínez se las sabe de todas todas en eso del transporte, pero que casi no puede hacer nada por los intereses tan poderosos que acorazan a los concesionarios. Si Tijerín lo dice, así será.

Sólo un tercio de preguntas: ¿Viaja en camión don Víctor? Le apuesto a que no. Yo sí, a diario, y puedo dar testimonio del desmadre que es eso. Sospecho que don Víctor Manuel se desplaza en auto de ocho cilindros, con clima artificial y chofer. Entonces. ¿qué puede saber del desorden, los abusos, los peligros que representan los camiones para el usuario?

¿Conoce el titular de la Agencia Estatal del Transporte la emoción que embarga al pasajero cuando el chofer se pasa en rojo o fallan los frenos de la carrroza mortuoria? ¿Se ha peleado con algún auriga que le quiere robar un méndigo peso? ¿Sabe lo que es esperar bajo el sol africano, la lluvia o la cellisca al camión que, casi vacío, no se detiene?

Tijerín habla de los intereses creados, como dijo don Jacinto Benavente. Hay remedio para eso. Es una medicina amarga, pero limpia el alma y pone en paz a la conciencia, cuando la hay. Si monsieur Martínez no puede imponerse al poder económico y político de los camioneros, ¿por qué no reacciona con hombría y dignidad? Anuncie a la sociedad que se ha dado a sí mismo un plazo para meterlos en cintura, obligarlos a respetar leyes y reglamentos, erradicar este cáncer social y brindarle a la Zona Metropolitana el servicio de buses urbanos y suburbanos que nos merecemos.

Y si en este lapso los pulpos ruteros siguen aferrados a sus privilegios, tercos en tratarnos como perros sarnosos y de plano don Víctor no puede cumplir con su responsabilidad, denúncielos públicamente y renuncie. Eso es lo que haría un hombre digno. Lo demás son palabras vanas y pesos sólidos: amor eterno a la nómina e intoxicación por la cercanía con los poderosos.

Pie de página

Vaya con dos Gustavo Madero, se inspiró en Greta Garbo, pero no para avivar sus sueños eróticos, sino para envidiarle los aplausos que se ganó al anunciar su retiro. La evocación del panista sin duda despertó el interés de no pocos psiquíatras y psicólogos.

Se esperaría que Madero, político, pésimo pero político al fin y al cabo, pudiera referirse a algún estadista o por lo menos un hombre público de buen nivel en busca, tal vez, de una comparación. Don Gus puede mencionar a la divina sueca o al emperador de Ruritania. Da lo mismo.

Nadie lo va a aplaudir. La torpeza no se vitorea.

 

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