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1364 18 Julio 2013

 

Los 12 tigres del abstencionismo
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Leo la explicación de Jacinto Pérez Gerardo, Presidente del Consejo Estatal Electoral, sobre las causas del alto abstencionismo en las elecciones del siete de julio y uno no puede menos que sorprenderse del carácter exculpatorio de la misma, pues afirma sin aportar mayor información, que el ausentismo en las urnas del domingo 7 es culpa de los partidos políticos que no fueron capaces de movilizar a los ciudadanos con una oferta atractiva.

Suena lógico que si los partidos y coaliciones no hicieron una buena oferta, no haya clientes dispuestos a comprarles su producto, por mejor envuelto que haya venido en oropel publicitario. Sin embargo, cuando uno revisa estudios o conversa con abstencionistas, se encuentra que está ante un fenómeno polisémico y complejo, que va más allá de lo expuesto por el primer responsable de la organización de los comicios.

La debilidad del argumento es que los comicios no sólo son responsabilidad de los partidos políticos, que sin duda son un actor principalísimo, sino de otros actores que intervienen directamente o indirectamente generando buenas o malas noticias. El insumo de confianza o desconfianza que cada uno de nosotros tenemos sobre el desempeño de los políticos en las instituciones, es pieza clave.

Todos ellos provocan que el sistema institucional funcione con mayor o menor eficiencia, desde antes del proceso electoral. Pero, ¿qué pasa cuando estos actores políticos se conducen con abuso y un escaso sentido de responsabilidad y decencia política?

Muy sencillo, la gente pierde la confianza en esos actores, que debieran ser respetuosos de la legalidad y ejemplo de servicio público.

Estas elecciones tuvieron los resultados obtenidos por la calidad del proceso electoral; eso empieza con la atmósfera de violencia que hemos tenido en los últimos años y que se acentúo en los meses y semanas recientes, la integración y desempeño del órgano electoral, la selección de los candidatos, el tipo de campañas de estos y la operación el día de la jornada electoral.

Entonces, más que dar una explicación a bote pronto de un fenómeno polisémico, habría que formular preguntas que podrían estar detrás del ausentismo del domingo 7, y ver qué tanto influyó cada una de ellas en el ánimo de los ciudadanos, cómo se generó una bola de nieve que en medio de estos calores, que cayó sobre la confianza en el sistema electoral y el sistema de partidos.

1. ¿Qué tanto influyó en la actitud abstencionista de más de un millón de ciudadanos, la atmósfera de violencia que muestra la incapacidad de los tres niveles de gobierno para atender con eficacia un problema que todos los días machaca con sistemática oportunidad a la sociedad?

2. ¿Fue determinante en el abstencionismo de los grandes centros urbanos, el fracaso del llamado “gobierno del cambio” que resultó más de lo mismo cuando se sometió a los poderes fácticos y se alejó de las expectativas de los ciudadanos, que le brindaron su apoyo el primer domingo de julio de 2010?

3. ¿Impactó en el ánimo de franjas de ciudadanos, la forma como se integró el Consejo Estatal Electoral al designar como consejeros a miembros del grupo denominado la “familia electoral”, es decir, un grupo de poder que controla patrimonialmente la organización de los comicios, dejando de lado a quienes de buena fe y seguramente con igual o mayor preparación y experiencia, acudieron a la convocatoria del Congreso del Estado?

E igual, ¿qué tanto peso en la voluntad de salir a votar el reparto de cuotas partidarias para integrar las vacantes del Tribunal Electoral del Estado? Y con estos antecedentes ¿Qué tanta eficacia podría tener la promoción del voto?

4. ¿Qué tanto influyó en otra franja de electores la renuncia de 22 diputados y presidentes municipales para ir en busca de una nueva representación, cuando algunos de ellos lo hacían con cinismo y un bajo o nulo desempeño en las funciones de gobierno?

5. ¿Fue tan decisivo fue el descaro de los partidos políticos al proponer candidatos que han demostrado, una y otra vez, que lo que menos les importa es atender los problemas del estado y su municipio? y dentro de ésto, ¿influyó ver nuevamente como candidatos a las mismas caras de siempre?

6. ¿Cuánto pesó el video que se subió a la web de Riodoce, donde se incrimina al gobernador y a los responsables del sistema de seguridad estatal?

7. ¿Qué tan decisivo fue para muchos electores el asesinato del coordinador de campaña de Esteban López y la difusión que se le dio al caso en los medios locales nacionales?

8. ¿Influyó el bajo rendimiento de los gobiernos del cambio, sobre todo en los ocho de los nueve municipios, donde sus candidatos no ratificaron el triunfo obtenido en 2010?

9. ¿Hasta qué punto muchos de los abstencionistas son votantes del PAN y el PRD que no están de acuerdo con esta fórmula de coaliciones donde se privilegia el pragmatismo político por encima de los principios de justicia de la izquierda y de la legalidad de la derecha?

10. Y localmente uno se pregunta, ¿qué tanto influyó en el ánimo de los ciudadanos de Culiacán un escándalo como el de la permuta de terrenos de alta plusvalía por otros sin mayor valor catastral? ¿O en Mazatlán donde el alcalde panista se dedicó a perseguir por distintas razones a grupos de la sociedad cuando la violencia era el pan de cada día en las calles del puerto? Y en Los Mochis, ¿Hasta qué punto la contienda y el debate de bajo nivel fue decisivo para que los ciudadanos permanecieran en sus casas, antes de ir a brindar el voto a uno de los dos candidatos malovistas?

11. ¿A cuántos ciudadanos molestó que los equipos de campaña de las dos coaliciones acudieran al viejo expediente de compra de votos y el trueque con los más pobres a cambio de dinero y despensas?

12. ¿Influyeron los medios de comunicación que difundieron los desmanes, excesos, omisiones y opacidades que se han cometido al amparo del poder?

Así que la explicación que ofrece Pérez Gerardo es interesada, pues busca repartir culpas cuando el CEE es parte del problema de percepción se tiene sobre las instituciones públicas. Ahora, los consejeros seguramente mandarán a hacer un estudio técnico sobre el abstencionismo, y si éste tiene los mínimos de seriedad profesional, mostrará que no estamos equivocados en este fenómeno polisémico.

Evidenciará, sin duda, que el hartazgo tiene su caldo de cultivo en la frustración de los cientos de miles de ciudadanos que no vieron mejor forma de manifestar su rechazo, más que alejándose de las urnas.

La experiencia nos dice que los funcionarios y políticos después de los procesos electorales, salen al paso con lo que pueden, y la apuesta es que pronto se olviden los agravios sociales.

Hay que dar la vuelta a la hoja, dice un político angosturense, y ver para adelante. Así es en una democracia de calidad, pero ¿cómo ver con emoción, si el futuro es el refrendo de lo que pasó?

Es el tiempo de las vacas gordas para unos, y esa cotidianidad pesada y molesta para muchos.

No obstante, el abstencionismo puede verse con cierto optimismo trágico, los ciudadanos de los centros urbanos que decidieron no ir a votar hicieron valer su frustración y hartazgo. Fue en alguna forma el grito siciliano ¡Ya estamos hasta la madre!

La propuesta del gobernador de legislar en materia de reelección y revocación de mandato, es una buena iniciativa que muestra la capacidad que el sistema político tiene de autoreformarse; sin embargo, como bien lo descubre el diputado Manuel Cárdenas, es una declaración de coyuntura que viene sin el proyecto de reforma, y eso nos indica que los políticos no terminan por aprender de las experiencias cotidianas.

O sea, una raya más al lomo del tigre, una de frustración y descontento.

 

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