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1368 24 Julio 2013

 

Música de las piedras
Eligio Coronado

Monterrey.- Hace cuarenta años, Margarito Cuéllar llegó a Monterrey, procedente de Tampico, y comenzó a escribir poesía. Desde entonces su obra ha crecido vertiginosamente, tanto que ha dado hasta hoy para cuatro autoantologías: Árbol de lluvia: antología personal, 1983-1993 (1994), Arresto domiciliario: antología personal, 1983-2006 (2007), Animalario (2012) y la más reciente: Música de las piedras: Poesía reunida, 1982-2012 (2012).

El secreto de esta intensa producción se debe a que Margarito siempre ha estado conectado a la realidad desde su muy particular percepción estética y social, misma que lo ha llevado a ejercer también el cuento, la edición, la crítica, la investigación, la docencia, el aforismo, la traducción y el periodismo.

Su estética se deja conducir por un lenguaje coloquial que se ha ido depurando con el tiempo: “Estamos nerviosos por la situación de la patria / y a diario dañamos la capa protectora de los sueños” (p. 39), “No me lancé al mar / ni dibujé un arroyo / con los vidrios cortados de mis venas” (p. 183), “la noche nos inyecta su locura / y en cada esquina una pistola / corta el cartucho de la vida” (p. 188).

Con un lenguaje así, todos los temas tienen un lugar en el mundo cuellariano: “El pelo alborotado de la lluvia / no tiene la intención de acariciarnos” (p. 328), “Oculta entre la bruma / la tarde anaranjada” (p. 301), “Con la saliva que gastan mis enemigos / para injuriarme / construyo un río” (p. 41).

Hay autores que se ocultan en su obra y la convierten en fortaleza inexpugnable, pero para Margarito su poesía es como su bitácora, todo está allí: familia, viajes, enfermedades, amores, lecturas, sueños, amigos, venturas, aventuras y desventuras: “La claridad se marcha con su oro a otra parte / y deja como herencia el traje de la noche” (p. 68), “Hablan lenguas extrañas los hoteles. Despiden al viajero con / aire de falsa cortesía” (p. 50), “No vendas tu alma a cualquier diablo; / prefiere los mercados, las rifas, la subasta” (p. 225).

¿Qué tan difícil habrá sido para Margarito (Ciudad del Maíz, S.L.P., 1956) armar esta antología? El proceso es siempre más doloroso que benéfico porque la selección es doble: al escoger también se excluye, por paradójico que resulte. Así que los poemas sufren una doble evaluación, la cual los conduce a la aceptación o al rechazo. Y ninguna decisión es satisfactoria. Siempre quedará la sensación de que algún otro poema debió salvarse. El propio Margarito nos lo explica muy deportivamente: “algunos textos no resistieron la carrera de relevos y dijeron adiós desde el medio campo de las primeras ediciones” (p. 16).

Margarito Cuéllar. Música de las piedras: poesía reunida, 1982-2012. Monterrey, N.L.: Edit. UANL / Edit. Praxis, 2012. 436 pp.

 

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