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1402 10 Septiembre 2013

 

Ni vítores ni abucheo
Hugo L. del Río

Monterrey.- ¿Será verdad tanta belleza? El País madrileño califica la nueva política hacendaria del Presidente Peña Nieto como una “discreta reforma fiscal”. Esperemos que así sea.

No pedimos, como los infrarrojos, que nacionalice las fábricas de bicicletas ni las embotelladoras de sodas. En el papel, el cambio se ve positivo. Pero siglos de falacias, control de los medios, autoritarismo con represión, y sobre todo, descomposición moral, nos han convertido en seres escépticos.

Hay que hacer un esfuerzo para ver las cosas desde un ángulo positivo. No descalifiquemos a priori ni firmemos cheques en blanco. Mis cuatro lectores saben bien que no soy apologista del Sistema pero, repito, en blanco y negro, la promesa del mexiquense de hacer de México una nación moderna y menos injusta, se ve bien.

Primero, el IVA: es un acierto del Estado, sea quien fuere el inspirador. Segundo, el seguro contra el desempleo (México es el único país del OCDE que no lo tiene) y la pensión universal para los mayores de 65 años; tercero, el acotamiento a los privilegios de la Bolsa de Valores y los beneficiados con regímenes especiales y preferentes. Gracias a este esquema, que entraba en colisión con la justicia y la lógica, quienes más ganaban eran quienes menos impuestos pagaban; era algo “que no tiene justificación ni razón de ser”, en palabras de la cúpula política.

Quinto, el nuevo régimen fiscal de Pemex: no es justo que el ente paraestatal sostenga al Estado y, directa o indirectamente, nos dé de comer a todos; sexto: parece ser asunto menor, pero no lo es: gravar a las bebidas azucaradas será un gran factor de ayuda en el combate a la obesidad. Nuestras paradojas: con dos de cada tres mexicanos empleados en la economía informal; con 72 millones sin seguridad social y 52.8 millones de pobres muy pobres, somos el segundo país en el mundo con más gordos. Que alguien me lo explique, por favor: muertos de hambre con sobrepeso.

Reitero: a estas alturas ya sé que entre Caperucita Roja y su abuelita violaron al lobo y Blanca Nieves se entendía una vez a la semana con cada uno de los enanitos; Santa Clos es narco y la Virgen Morena es, en realidad, la Virgen Negra de Cáceres, España.

Nos gobiernan con demagogia y a golpes de garrote. Pero hay que concederle al Estado el beneficio de la duda, por esta ocasión y mientras vemos de qué color pinta el verde. Manlio Fabio Beltrones es un hombre extraordinariamente inteligente y sabio en las cosas y secretos de la política a la mexicana, pero lo traicionó su vocación priista cuando ayer soltó aquello de “que pague más el que más tiene. No podemos seguir tratando igual a los desiguales”. No es para tanto, mi querido diputado.

Mejor esperar y ver si las promesas y las leyes se corresponden con la realidad, lo cual sería una rareza.

Ni abuchear a Peña Nieto ni cargarlo en hombros. El tiempo pone a los hombres y las cosas en su lugar y no habrá que esperar mucho.

 

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