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1424 10 Octubre 2013

 

HORIZONTE CIUDADANO
Brillantes pero anónimas
Rosa Esther Beltrán

Saltillo.- Rosalind Franklin (1920 -1958) fue poseedora de un inusitado talento para la física, y entusiasmada por la ciencia, había escuchado a Einstein en una de sus conferencias. Decidió, tal y como éste proclamaba, poner su vida al servicio de la ciencia, en una época en la que las mujeres eran irremisiblemente educadas para el matrimonio, y en caso de ser trabajadoras, no dudaban en abandonar su puesto una vez casadas.

Franklin fue especialista en cristalografía y su labor le permitió determinar las estructuras precisas del carbón, el grafito, el ADN y varios virus, pero en su momento, como a muchas investigadoras su esfuerzo no fue reconocido.

Uno de sus colaboradores mostró el trabajo no publicado de Rosalind sobre la estructura del ADN a James Watson y Francis Crick, y gracias a esos avances, ellos pudieron completar algunas de sus teorías, recibiendo más tarde el Premio Nobel sin reconocer ni mencionar el trabajo de Franklin. Watson y Crick, confesaron después que sin las investigaciones de Rosalind les hubiese sido imposible publicar sus experimentos tan rápidamente.

Hipatia de Alejandría (355-415) es reconocida como la primera mujer matemática, filósofa, música y astrónoma de la antigüedad. Mejoró el diseño de los primeros instrumentos para determinar la posición de las estrellas. Su padre, el filósofo Teón de Alejandría, vigiló muy de cerca la educación de Hipatia, porque deseaba que ella fuera “un ser humano perfecto”, lo cual contrastaba con la gran mayoría de mujeres de su época, las cuales no podían acceder ni al conocimiento ni a la educación, y se ocupaban sólo a las “tareas femeninas”.

Hipatia fue asesinada brutalmente por una turba de cristianos que la golpearon y arrastraron por la ciudad. La desnudaron, la descuartizaron con conchas marinas, y sus restos fueron paseados en señal de triunfo por toda la ciudad.

Trótula de Salerno (1097) fue una destacada ginecóloga de la alta Edad Media. Se dice que vivió en Salerno, ciudad italiana. Estudió los problemas de la mujer, ocupó la cátedra de Medicina en la Escuela Médica Salernitana, el primer centro médico secular, considerado por algunos autores como la primera universidad europea abierta a árabes y judíos, con lo que se logró un enriquecimiento cultural especial. La institución fue pionera en admitir mujeres, aunque entonces el ejercicio de la medicina estaba prohibido para ellas, salvo la práctica de la obstetricia y los cuidados al niño en sus primeros meses.

Además de Trótula, en la ciudad de Salerno, abierta a la vocación médica femenina, pronto surgirían los nombres de mujeres expertas en el arte de curar: Constanza, Calenda, Rebeca y Abella, que simbolizan la conjunción de los saberes de judíos, árabes y cristianos.

Trótula destacó entre todas por su dedicación a la investigación médica sobre las mujeres. Su obra más importante es Trótula Mayor, que trata sobre la menstruación, la concepción, el embarazo, el parto, el control de la natalidad, y tratamientos de la infertilidad, además de diversas enfermedades ginecológicas, contenidos que dejan ver lo avanzado de sus estudios para ese tiempo. 

De Lisa Meitner (1878-1968) se dice en el mundo de la Física que descubrió la fisión nuclear, pero el reconocimiento del hallazgo fue para Otto Hahn, su colaborador. Meitner es para los físicos un caso emblemático de mujeres que no fueron reconocidas, pues aunque publicó su trabajo en la revista “Nature”, en colaboración con Otto Hann y Fritz Strassmann, no se le dio el Nobel. Como un reconocimiento tardío, en su honor se nombró como Meitnerio al elemento químico 109.

Emmy Noether (1882-1935) alemana, fue considerada por Albert Einstein como la matemática más importante en la historia, al revolucionar las teorías de anillos y cuerpos y explicar la conexión entre simetría en Física y las leyes de la conservación. Sin embargo, Noether trabajó 7 años en el Instituto Matemático de Erlange sin paga, y cuando quiso contratarla la Universidad de Gotinga, filósofos varones se opusieron fuertemente obligándola a dar clases a nombre de David Hilbert.

La historia de la ciencia ha sido injusta e ingrata con las mujeres científicas, ya que muchas padecieron la misoginia que las excluyó y les negó el reconocimiento.               

 

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