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1448 13 Noviembre 2013

 

Zombies regiomontanos
Hugo L. del Río

Monterrey.- Monterrey es una ciudad enferma. El más grave de sus padecimientos es la corrupción. Pero la metrópoli padece otras dolencias: la indiferencia del regiomontano ante la rápida degradación de nuestra urbe; el cinismo y la ineficacia de la clase política; la ausencia de compromiso con la comunidad por parte de la actual clase empresarial; la privatización y deterioro de la UANL y hasta la frívola superficialidad y el localismo del universo mediático: para los editores es más importante una pelea de perros en la calle que un golpe de Estado en Ucrania.

Era, la nuestra, orgullosa Sultana del Norte. Hoy, caminamos entre ruinas físicas y morales. La metrópoli es tan sucia como un aduar africano: unas cuantas colonias privilegiadas tienen buen servicio de limpieza y recolección de basura. Pero son pocas, muy pocas: casi todo el cuerpo urbano está cancerado de tanta suciedad. Y, en gran medida, somos los culpables: veo a personas que tiran los desechos al piso teniendo a menos de medio metro el recipiente para los desperdicios.

Villagrán era una calle habitada por familias modestas pero honorables. Hoy es un enorme lupanar, al igual que tantas y tantas vías públicas en prácticamente todas las colonias. No soy puritano, pero creo que a nadie le gusta tener un burdel, una sala de masajes o una taberna apestosa a meados junto a la casa familiar.

Los alcaldes reconvirtieron a Monterrey: dejó de ser el hogar de millón y medio de seres humanos para degenerar en una combinación de pista de carreras y estacionamiento. La Zona Metropolitana tiene más o menos cuatro millones de habitantes y un millón 200 mil automóviles. Docenas y docenas de edificios y predios están abandonados, y se convierten en focos de infección y, muchas veces, en refugio de maleantes. Unos amenazan con desplomarse, como el edificio de Madero y Zaragoza; otros, son propiedad de la CTM, como los antiguos cines Monterrey y Reforma.

¿Alguien me podrá explicar el desamparo en que dejaron desde hace décadas a la maderería Victoria, en Madero al poniente? Ni la alcaldesa ni el gobernador responden al malestar de la población: Sor Margarita no es responsable del desastre en que vivimos, desde que entregó las llaves de Monterrey a Jesús el Cristo. Además, está muy ocupada en la compra de bolsas Vuitton y atendiendo a las sugestiones de su estilista, importantísimas para salir guapetona en sus infomerciales de TV.

Y de Rodrigo, qué vamos a decir. El replaqueo le parte la madre a centenares de miles de nuevoleoneses, pero su señor padre así lo dispuso. No todos los automovilistas son ricos: hay tantos autos porque el servicio de transporte público es atroz.

Luego tenemos el problema de la inseguridad: el policía es más peligroso que el asaltante. Hubo un tiempo en que competimos con Guadalajara. Eso se acabó. Los tapatíos nos ven por encima del hombro. Y lo merecemos.

Votar es un derecho y una obligación, pero de nada nos servirá llevar al poder a hombres inteligentes y honrados si antes no nos decidimos a dejar de ser zombies para convertirnos en ciudadanos.

 

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