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1486 6 Enero 2014

 

20 años de pesar
Carlos Manuel Sabines

Ciudad de México.- En fin de año 2013-inicio 2014, se cumplen 20 años de la pesadilla que en materia económica nos endilgó el capricho de Salinas, vía el TLCAN y los 20 años del alzamiento del EZLN, cuando los gerifaltes del gobierno de Salinas celebraban con bombo y platillo y con cena pantagruélica, el feliz año 1994.

Respecto al primero, hay, como en todas las cosas, quienes se pronuncian por las bondades del TLCAN, por supuesto afines al neoliberalismo y a Salinas y quienes, prudentes y sensatos se manifiestan en contra de ese mamotreto que sólo ha acarreado desventuras económicas a los mexicanos.

En breve recuento de las pesadillas, estas pasan por las quejas de los transportistas que denuncian daños por 40 mil millones de dólares y discriminación en EU; los agroproductores señalan la desaparición de millones de empleos del agro mexicano, perdiéndose autosuficiencia alimentaria, y van más allá al mencionar que en el país vecino hay más hambre y que el american way of life está a punto de ser anulado.

A mayor abundamiento, los EU son el destino del 78.8 po ciento de las ventas foráneas, y aproximadamente son 100 las empresas que acaparan el 50 por ciento de las exportaciones; en estos 20 años de vigencia del tratado, México quintuplicó el intercambio de mercancías con sus socios pero lo ha septuplicado con el resto del mundo, es decir, ha sido mal negocio para nuestro país.

Ong´s diversas afirman que con el documento citado no ha habido ni más ni más mejores empleos y si consideramos las recientes modificaciones a la Ley Federal del Trabajo, esto tampoco se dará en el futuro próximo. Si alguien ha ganado no son los trabajadores, aseveran los sindicalistas.

La pobreza ha aumentado exponencialmente a pesar de que era uno de los argumentos en pro del TLCAN. Ahora Serra Puche, uno de los artífices del documento del lado mexicano, nos viene con la gansada de que es “un poquitín injusto, atribuir los niveles de pobreza al tratado”.

También sugiere que hay que fortalecerlo, afirmación con la que concuerda Eduardo Medina Mora, embajador de México en EU, afirmando que debe aplicarse una nueva visión o será obsoleto, sobre todo en temas como la tecnología de las información, operaciones en red, asi como la nueva realidad energética regional y la formación de capital humano. Con estas afirmaciones aflora la intención de los EU, desde aquel entonces, de adueñarse de nuestro petróleo, cuestión está dada con EPN. México y los neoliberales del capitalismo salvaje a ultranza, con Salinas a la cabeza, fue en los hechos, tardoncito pero cumplidor.

El campo mexicano cambió en estos 20 años y el TLCAN fue pieza importante. Ana de Ita refiere que uno de los efectos más evidentes es la concentración e integración regional de la producción y los mercados en favor de las empresas transnacionales y el gobierno eliminó las empresas estatales de regulación que operaban el sector. Aquí consideramos que hay que incluir al maíz, porque este cultivo fue piedra angular en la negociación del tratado. Para nosotros el maíz es el cultivo más importante por el volumen de su producción, superficie sembrada, número de productores, alimento universal de los mexicanos y vocación natural de los agricultores.

El gobierno, sin consentimiento de la sociedad civil y de los productores, acordó la liberalización del insumo en el tratado, argumentando una producción extraordinaria por 15 años, con aranceles altos y cuotas de importación reducidas. Sin embargo, a partir de 1996, el propio gobierno mexicano, jugó en contrario a los intereses mexicanos realizando un dumping contra los productores nacionales al eliminar unilateralmente, de nuevo, la protección acordada, para favorecer a comercializadoras transnacionales como Cargill, Archer Daniels Midland, Corn Products International, Arancia, Maseca, Minsa y otras más, que son quienes controlan actualmente el mercado mexicano de maíz.

Hay multitud de argumentos en contra y pocos los que opinan a favor del tratado, dadas las evidentes muestras de la debacle económica que se propició con la firma del TLCAN.

Por lo que hace al segundo tema, tenemos que decir, que aunque moleste a los exquisitos, el zapatismo vino a dar independencia y soberanía y sobre todo dignidad a los pueblos originarios, cuestiones que no se pueden obviar, ni dejar de reconocer, aún por los detractores del movimiento social referido. La vida de los zapatistas es hoy muy diferente y mucho mejor que hace 20 años, pues se han dado una vida digna, liberadora, llena de sentido, al margen de las instituciones gubernamentales, dice Luis Hernández Navarro en La Jornada.

Otro conocedor del movimiento, el obispo de Saltillo, Raúl Vera, señala que la principal aportación zapatista fue dar a conocer la necesidades indígenas, dar visibilidad a las demandas y necesidades de los grupos indígenas, cuyas propuestas sociales y políticas han ayudado a la transformación del país, aunque el EZLN no figure en la agenda principal de los medios, remató diciendo que a este gobierno le estorbamos todos.

A la fecha, los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, siguen pendientes en la agenda política del gobierno y no se vislumbra ninguna acción positiva para darles cumplimiento, con lo que estamos hablando de otro compromiso incumplido por priístas, panistas y otra vez priístas.

En contra del EZLN escriben plumas como la de Guillermo Velasco Ibarra, que dice que luego de 20 años de este conflicto en el sureste mexicano, es evidente la realidad de que los indígenas de esa región no ha mejorado y que por el contrario, en muchos casos la pobreza en la viven muchas de esas comunidades se vuelve cada vez más dramática. En ese discurso de Velasco, menos mal, menciona que en buena medida los responsables de esa situación son varios gobiernos locales y federales que han tenido en al abandono a dichas comunidades y se acercan a ellas sólo en tiempos electorales, lo que es cierto.

Atribuye el autor que al igual que los gobiernos indolentes, hay que responsabilizar también a grupos vinculados con la izquierda, que han lucrado con políticamente con la pobreza de ese sector y las utilizado como carne de cañón para generar el país un ambiente de crispación y desestabilización. Señala el autor que la pobreza constituyó un caldo propicio para la subversión, y que para quienes movieron los hilos de esta rebelión no existía ni existe un interés genuino por el desarrollo y mejora de las poblaciones más pobres de Chiapas.

carlosabines@hotmail.com
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