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1495 17 Enero 2014

 

ANÁLISIS A FONDO
Michoacán, detrás de la violencia
Francisco Gómez Maza

Hombres y mujeres que merecen una buena vida
Y dejar que los muertos entierren a sus muertos

Ciudad de México.- Michoacán es tierra de mis amigos, de mis primeros amores; tierra de la ternura de aguas claras y mansas como las de Camécuaro. Michoacán es tierra de poetas, de narradores, de artistas, de gentileshombres, de dioses y diosas, de indios que cantan cuando hablan. De sus aguas brota el amor de multitud de enamorados. Tierra de frailes divinizados por el compromiso con los pobres, tierra de libertad. Cuna de mi amigo Arcadio.

Michoacán es en el cosmos, como el poeta Cancino Casahonda dice de Chiapas, una flor al viento. Es célula infinita que ríe, llora y canta. No puede seguir siendo satanizada ni por el crimen, ni por la violencia malvada de tirios y troyanos, unos con el pretexto de llenar sus arcas de dólares con el comercio de la droga, y otros con el pretexto de cuidar de la seguridad de los hombres y mujeres, que ayer eran víctimas de la sevicia de los narcos y hoy son víctimas de los retenes militares y policiales, y que son avasallados en nombre de la seguridad.

Michoacán me recuerda al gran Alejandro Avilés Insunza, mi maestro de periodismo y de la métrica libre de esa poesía natural que se lee y se canta por los caminos michoacanos, en la costa y en los valles, en la montaña, tan parecida a ese Chiapas en donde mire la primera luz del mundo.

Michoacán no puede continuar siendo victimizada por gobernadores infames, malandrines, corruptos, ni por familias caciquiles, o por filósofos de un capitalismo salvaje que mantiene en la postración a las mayorías michoacanas y a las mayorías mexicanas.

La violencia criminal se instaló en Michoacán, como lo hizo en Sinaloa, en Baja, en Nuevo León, en Chihuahua, en Tamaulipas, en Guerrero y en tantas otras regiones del país mexicano, menos mediáticas que las nombradas, porque los malos gobiernos se lo permitieron. Tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata.  Años y años de crimen institucional, de cuello blanco, de corrupción, de impunidad de gobernantes sin escrúpulos y en contubernio con los más perversos capos de las organizaciones del comercio ilícito de estupefacientes. La historia está plagada de ejemplos.

Y en Michoacán ahora, los actuales más importantes empleados públicos están cosechando lo que sembraron las administraciones anteriores, tanto los gobiernos locales como los federales. Y los que se dijeron revolucionarios pasaron inadvertidos y se dedicaron al negocio de las canonjías, del compadrazgo, del influyentismo al servicio de los poderosos. La pobreza y la marginación floreció en el campo y las ciudades michoacanas, igual que floreció la corrupción institucional y la de los políticos de baja ralea, de presidentes de la república pasando por gobernadores y presidentes municipales. Otro tanto ocurrió en cada uno de los estados de la federación y lo digo porque, como mi compadre Zacarías, campesino de San Bartolomé de los Llanos, dice, tengo los pelos de la mula en la mano.

Michoacán es una tierra donde nacen, crecen, aman hombres y mujeres que tienen derecho a la alegría. Y ahora están en agonía, aunque hay una esperanza muy inmediata, pues de la agonía el ser humano pasa al éxtasis. Habría que dejar en paz a Michoacán. El crimen, la violencia, el asesinato, el secuestro nunca se acabarán por las malas. Por las malas ni los zapatos entran.

Lo que hace falta es repensar Michoacán, repensar México, mirar hacia el pasado del gran Mao y organizar una gran revolución cultural, o una gran campaña escolar y educativa como la de los grandes pensadores y políticos de épocas pasadas, pero enfocando los esfuerzos no a privilegiar la acumulación de la riqueza en pocas manos, sino en hacer realidad ya el mandato que se impuso Peña Nieto de que a ningún mexicano le falte dinero en la cartera, para vivir bien, para educarse, para alimentarse, para el descanso.

Si la mayoría viviera un poquito como vive Slim Helú y tuviera oportunidad de ser libre, otro gallo le cantaría a Michoacán, otro gallo le cantaría a los mexicanos.

Dejemos que los muertos entierren a sus muertos.

fgomezmaza@analisisafondo.com
www.analisisafondo.com

 

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