Oficio: Vigil

rnulfo Vigil y Oficio,
nadando a contracorriente,
mantienen fuerte y latente
su proyecto editorial.
Es muy largo el historial
de sus páginas escritas:
intelectuales, sofistas,
narradores y poetas
han impreso buena letra
con su talento de artistas.

G. Berrones

NOMÁS LA PUNTITA
Profecía III

on la llegada a la presidencia de Enrique Peña Nieto podría presumirse que la profecía del secretario de Estado, Robert Lansing (1915-1920) habría perdido vigencia. Peña Nieto, según evidencias, no estudió en ninguna de las universidades de Estados Unidos. Sin embargo, su presidencia ha ido más lejos que la de sus cinco antecesores en la entrega de la soberanía nacional a ese país. El porqué de esto no es difícil de averiguar. Uno de los artífices de su campaña y de su presidencia es Carlos Salinas de Gortari. Así se explica la presencia y relaciones de varios políticos ligados a él, y a los tres presidentes que le siguieron, con la banca y las grandes transnacionales ligadas a la explotación energética. Los nombres son de todos conocidos (sus relaciones entre sí y con las transnacionales a las que se quiere entregar el país vía Pemex, no tanto, pero ahí están): Pedro Aspe Armella (posgrado en el MIT); Jesús Reyes Heroles (posgrado en el MIT); Luis Videgaray (posgrado en el MIT); Emilio Lozoya (posgrado en Harvard); Carlos Ruiz Sacristán (posgrado en la Northwestern University); Georgina Kessel (posgrado en la Universidad de Columbia). La mayoría se han formado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Con otros prohombres del despojo nacional (Adrián Lajous, Juan José Suárez Coppel, et al), han tenido un pie en áreas estratégicas del sector público (Hacienda, Energía y Pemex) y el otro en empresas privadas nacionales que negocian con varias extranjeras: Shell, Halliburton, Iberdrola, Repsol, Morgan Stanley, Schlumberger, OHL. Ellos se han beneficiado enormemente con nuestro petróleo; ahora su propósito es adueñarse totalmente de él. Si no logramos echar abajo sus planes, sin duda lo lograrán.

BN

La garra del tigre