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1507 4 Febrero 2014

 

Jurar en vano
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- La Constitución del pueblo mexicano cumple mañana 97 años de vigencia. Es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que los Poderes de la Unión promulgaron el 5 de febrero de 1917, como resultado de la revolución armada iniciada por Francisco I. Madero en 1910.

Es el texto donde se plasma el nuevo proyecto de Nación surgido de las ideas liberales del Siglo XIX, con base en las demandas sociales, políticas y económicas de los movimientos de masas y de los grupos revolucionarios.

Es el pacto nacional que los mexicanos nos dimos para vivir en paz y para regular nuestra convivencia social, así como para promover el desarrollo del país con libertades, justicia, democracia, igualdad y equidad.

Es el marco jurídico para garantizar derechos y obligaciones de las personas a nivel individual y colectivo, así como para fijar las bases de la organización del territorio y del funcionamiento del sistema de gobierno.

Por ello, a pesar de que estamos viviendo la época del internet, bien se dice que un ejemplar actualizado de la Constitución siempre debe estar en cada hogar, como documento de consulta obligada de las familias para que sepan ejercer sus derechos y obligaciones ciudadanas, pero también para tener conciencia de nuestra memoria histórica.

Consultar o leer alguno de los 136 artículos de la Constitución, con sus 558 reformas, sin duda, nos ayuda a reconocernos como ciudadanos mexicanos habitantes del mundo; a entender los avances y retrocesos de nuestro pasado; a tener presentes nuestras coincidencias y diferencias y, más que nada, a vencer la apatía ciudadana y la falta de participación para construir nuestro propio futuro.

En tal virtud, muchas y muchos seguimos en la lucha no solamente por revertir las contrarreformas laboral, educativa, religiosa, financiera, hacendaria, fiscal, energética, político-electoral y de telecomunicaciones, sino por darnos la Constitución Moral que Andrés Manuel López Obrador propuso y que elaboró un grupo plural de especialistas e infinidad de personas, para fomentar los valores de la verdad, la honestidad, la libertad, la justicia, la igualdad, la dignidad, la fraternidad, la paz, el amor, la austeridad y la verdadera legalidad, con el propósito no sólo de frenar la corrupción política y moral que nos está hundiendo como sociedad, sino establecer las nuevas bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad.

Si avanzamos en el bienestar social mediante la cooperación, la solidaridad y el desarrollo justo e igualitario para todos y, al mismo tiempo, en una manera de vivir basada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria, vamos a empezar a resolver nuestro problemas estructurales de pobreza y desigualdad, de violencia e inseguridad, de corrupción e impunidad.

Estamos pugnando por un nuevo texto que nos ayude a rescatar los derechos humanos y las garantías sociales contenidas en la Constitución de 1917.

Nos referimos a que el Estado Mexicano ofrezca seguridad para toda las familias; educación obligatoria, gratuita, laica y de calidad; seguridad social y servicios de salud eficientes, vivienda digna y accesible; oportunidades de empleo bien remunerado; medio ambiente sano para vivir. Además, tarifas justa de agua, luz y gas; transporte económico y moderno; desarrollo sustentable de las actividades agropecuarias, pesqueras, forestales, industriales y comerciales; distribución equitativa del gasto y, sobre todo, igualdad de todos ante la Ley.

Nos referimos a fortalecer la participación democrática de pueblo a través del referéndum, para que refrende o no las reformas constitucionales; del plebiscito, para que apruebe o no obras de especial trascendencia; de la revocación de mandato, para que decida si se van o se quedan los servidores públicos; de la afirmativa ficta, para que los funcionarios respondan en breve plazo las peticiones; de la voz ciudadana, para que sea escuchado y atendido por alcaldes, diputados, gobernadores y presidente y, del presupuesto participativo, para que determine cuánto, cómo y dónde obtener los ingresos y aplicar los egresos.

Por lo pronto, que este 97° Aniversario de la Constitución no pase como otro 'puente laboral' y que nos sirva para recordarles a las autoridades que su juramento de cumplirla y hacerla cumplir no sea en vano.

 

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