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1511 10 Febrero 2014

 

Mejor asaltante que polizonte
Hugo L. del Río

Monterrey.- El Estado surgió para defender la propiedad. Su impronta es la represión. La policía fue creada como la primera línea de defensa de la cúpula del poder ante un pueblo descontento. Los Ejércitos son, naturalmente, la segunda y última línea del sistema defensivo. En las naciones desarrolladas, las presiones de la sociedad, los medios y en no pocas ocasiones, de los Parlamentos o Legislaturas, obligaron a la gendarmería a extender su protección al ciudadano.

Pero incluso en el Primer Mundo este amparo es relativo. En cuanto a México, ya lo sabemos: mejor hacer frente a un asaltante antes que encontrarnos en la calle con un polizonte. Michoacán es un tablero de ajedrez donde se está jugando el destino inmediato de México. El problema más grave es que las piezas son seres humanos.

La segunda contradicción se nos presenta como un hecho evidente: los integrantes del cártel de la globalización están en confusión y escindidos: no estaban preparados para el empoderamiento de las Autodefensas. Cierto: ya las dividieron pero, qué sigue. Esto de anticiparnos a los acontecimientos es tarea ingrata en la que es muy fácil errar. Pero el oficio obliga. Bien –o mal–: van los pronósticos. Los globalizadores pueden retirar las fuerzas federales de Michoacán, e invitar a los rurales comunitarios a que neutralicen a los templarios. Lo más probable es que fracasen: se rompió la unidad que los hizo fuertes. Si esto sucede, agotadas las otras soluciones, el estamento militar podría usar a Michoacán como laboratorio de ensayo: adueñarse de la entidad. Esto lo hizo el Ejército es Guerrero con el pretexto de destruir a la guerrilla de Lucio Cabañas. Por fortuna, en el generalato sobraron entonces entorchados institucionales.

Pero, si en los cuarteles se agotó, o está en vías de agotarse el espíritu de respeto y obediencia al gobierno constitucional, ¿qué sigue? Lo que después ocurriría es obvio. La pregunta que nos hacemos: ¿Y si a pesar de todo triunfa la milicia civil? Esa victoria pondría a los generales y almirantes –únicos sectores que apoyan a Peña Nieto– en una situación muy difícil: los milicianos ganarían la guerra que los castrenses perdieron. La reacción del Ejército y la Armada sería de pronóstico reservado.

Otra hipótesis: el somatén, denuncian muchos medios impresos, está incurriendo en abusos y amenazas: muchas familias huyeron de Michoacán, en tanto que los habitantes de la Meseta Purépecha anunciaron que recibirán a balazos a cualquier grupo armado que intente ingresar a su territorio. Así, el Estado y los militares pueden dejar mano libre a los guardias voluntarios que están desvirtuando el origen y la naturaleza de las autodefensas. Los michoacanos, hartos de la violencia, se desilusionarían ante la degradación de los cuerpos que en un principio vieron como sus salvadores y exigirían a gritos mano dura del gobierno federal contra las autodefensas: la consigna sería disolver o destruir a la guardia comunitaria y devolver Michoacán al narco.

En este sentido, es alarmante la entrevista que sostuvo en Tepalcatepec el comisionado Alfredo Castillo con uno de los capos de la más antigua de las redes del tráfico de drogas: Juan José Farías, alias el Abuelo. ¿Se abrió una brecha entre Gobernación y la PGR? Las dependencias reaccionaron de distinta manera ante la difusión por TV del diálogo Castillo-Farías. El Abuelo viene de una familia muy distinguida. Su hermano Uriel fue alcalde de Tepalcatepec por el PRI, faltaba más. Detenido durante el michoacanazo, lo sustituyó su esposa, Ana Villalobos, quien le regresó el bastón de mando, por así decir, cuando salió de prisión. Hay oscuridad, vacilación, contradicciones. De lo único que estamos ciertos es de la máxima de Séneca:”los crímenes necesitan apoyarse en otros crímenes”.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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