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1511 10 Febrero 2014

 

¿La felicidad es un asunto público?
Víctor Reynoso

Puebla.- La felicidad parece ser un tema difícil tanto para la política como para la ciencia de occidente. En general se le ha considerado una cuestión privada y subjetiva, ajena a las acciones públicas y al análisis científico. Pero en los últimos años ha habido un cambio en el tema: ha sido tratado con seriedad por estudiosos e incorporado a la agenda pública.

En México un esfuerzo importante al respecto es el realizado por Imagina México. Ubicada en la ciudad de Puebla, esta asociación fundada por Fernando Manzanilla realizó una amplia y rigurosa investigación más sobre el tema la felicidad. Aplicó más de 26 mil encuestas en 100 municipios, en todos los estados del país. Publicó los resultados a principios de 2013.

Más que los resultados del ranking, que ordenan los 100 municipios por orden de bienestar subjetivo (el término técnico que los estudios emplean para nombrar la felicidad) me interesa destacar dos de los muchos aspectos significativos de esta investigación: poner la cuestión en la agenda pública del país y superar uno de sus principales obstáculos: las ideas que tenemos en torno al tema.

La cuestión del bienestar subjetivo o felicidad ha sido agendada por distintos gobiernos y organismos internacionales. Dejando de lado el caso de Bután, que desde 1972 decidió rechazar el índice del Producto Interno Bruto para calcular en su lugar el de Felicidad Interna Bruta, la incorporación ha sido muy reciente: 2007 por la OCDE y a partir de 2010 por la ONU y los gobiernos de Francia y Gran Bretaña.

Lo relevante de esta nueva agenda es un cambio en los paradigmas del desarrollo, del bienestar y del progreso. De considerar que todo esto podía sintetizarse en el crecimiento del PIB, se ha pasado a reconocer que el crecimiento económico es insuficiente para caracterizar a la felicidad humana. Y hasta contraproducente, pues reduce a las personas a consumidores y daña al medio ambiente.

No es que el bienestar material no sea importante para la felicidad. Es un factor indispensable, al menos hasta cierto nivel, la satisfacción de las necesidades básicas. Pero hay muchos otros. La investigación considera nueve indicadores generales. Es una metodología original, pero basada en importantes experiencias previas.

Todo problema público enfrenta obstáculos para ser agendado. Los más visibles son los poderes políticos o económicos que se verían afectados por la solución del problema y que por tanto la evitan. Pero no es el caso del bienestar subjetivo. Aquí el obstáculo parece estar en nuestras propias ideas.

La primera, ya mencionada: el viejo paradigma reduccionista que identifica el bienestar, de las sociedades y de los individuos, con el ingreso económico. Una segunda idea es la que considera que la felicidad no es asunto público, sino privado. Y quizá sea válida, pero las condiciones que hacen posible la felicidad (contar con áreas verdes cerca de donde uno vive, o con un transporte público eficiente que permita mayor tiempo libre, por señalar solo algunas mencionadas en la investigación, sí son asunto público y gubernamental).

Una tercera idea es la visión predominante de la felicidad, sobre todo en los medios intelectuales. No es considerada un tema serio. Curioso: lo que para la mayoría de la gente es el principal objetivo en la vida no ha sido tema de reflexión seria, salvo excepciones.

Además del ranking, Imagina México nos presenta cinco ensayos de esas excepciones: destacados especialistas en la felicidad, la definen, señalan su importancia y su valor como cuestión pública. Bienvenido el tema a nuestra agenda pública, o al menos a nuestra discusión.

Profesor investigador de la UDLAP.

 

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