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1522 25 Febrero 2014

 

Entre El Mayo y El MiniLic
Hugo L. del Río

Monterrey.- En la cúpula del cártel de Sinaloa podría librarse una suerte de lucha generacional. Los más viables aspirantes a recoger el cetro y la corona del narcotráfico son, que se sepa, Ismael (El Mayo) Zambada, el hombre de las confianzas del Chapo; y un muchacho de unos 24, 25 años de edad: Dámaso López Jr., El MiniLic.

A Zambada le sobra colmillo; de Dámaso se dice que es muy inteligente y está muy preparado, pero tiene en su contra la falta de experiencia: es demasiado joven. López hijo adolece de otros defectos: es ostentoso, posee una flotilla de Ferraris, le da por el desmadre y, quizás, es consumidor de las mismas drogas que distribuye. Estas fallas son fatales: la escenografía de la caza de capos en tiempos de cólera exige que el jefe de jefes se maneje con un perfil bajo, y si El MiniLic tiene el cerebro poblado de neuronas, habrá que admitir que El Mayo tampoco es un débil mental. Apuesto por Zambada.

Como sea, la decisión se tomará en la dimensión desconocida y corre por cuenta de damas y caballeros que visten ropa de marca, hablan cuatro o cinco idiomas, tienen doctorados o maestrías y no sueltan la tableta electrónica ni cuando van al baño. López Jr. es hijo del señor licenciado del mismo nombre quien, como jefe de Seguridad del penal de Puente Grande le abrió de par en par las puertas al Chapo. Papá López ya está libre, por cierto. Así es México. Por ello, se supone, los gringos piden la extradición de Joaquín Guzmán.

La exigencia de nuestros buenos vecinos no es muy del agrado del Chapo. Aquí, compraría el reclusorio: el director del centro de reclusión le bolearía los zapatos; los celadores ni siquiera se atreverían a subir al piso que el sinaloense convertiría en hotel y de ocho estrellas y restaurante de nueve tenedores. Es tentadora la perspectiva: un descanso en un destino turístico mezcla de la cursi Riviera Maya y la Costa Azul.

En Estados Unidos El Chapo se jode: le darán el mismo trato que a los demás reclusos. Y el de Badiraguato, sabe usted, está acostumbrado a otro nivel de vida. Aquí se hace lo que Obama dice. Los mexicanos ganamos, a pulso, los títulos mundiales de la nación más corrupta y más servil ante la República imperial. Y en Washington no les hace gracia recordar que cuando Hillary Clinton estaba en Cabo San Lucas, a pocos metros de distancia El Chapo –el calé más buscado de México y el mundo– se daba sus chapuzones en el Mar de Cortés.

Badiraguato está de luto. La gendarmería de Sinaloa también: están tan, pero tan molestos los polizontes que la han tomado con mis colegas: amenazas y empujones van, amenazas y empujones vienen. ¿Habrá una escalada de violencia contra la Prensa? Tal vez. Matar a un periodista es fácil, sale barato y se garantiza la impunidad.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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