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1546 31 Marzo 2014

 

ANÁLISIS A FONDO
De qué productividad hablamos
Francisco Gómez Maza

El problema es que no se ve el cómo
Todo bien, arriba; abajo, lo incierto

Ciudad de México.- El secretario de Hacienda porfía en convencernos de que su estrategia de política económica es la correcta; la que nos va a sacar del atolladero.

Puede tener razón. Está logrando un interesante éxito en el manejo de la macroeconomía; en el control de variables como las finanzas públicas, el déficit financiero, la deuda pública externa e interna, pero si bajamos a ver la economía real nos encontramos con que es ahí donde la puerca tuerce el rabo.

Las finanzas públicas, hasta el momento, “son consistentes con lo esperado”, como lo asegura el Vocero de Hacienda en su informe semanal de este domingo. Aunque no tanto, porque el propio secretario Videgaray Caso prometió, desde la inauguración del sexenio del presidente Peña Nieto, que trabajaría por mantener un déficit cero,  y tan solo en febrero ya era de 40 mil 800 millones de pesos. Y no ha impulsado la máquina de la economía porque ha actuado con excesiva prudencia, que se ha convertido en miedo, lo que se ha traducido en una economía que no despega, que se mantiene en la mediocridad de los últimos 30 años.

Y la productividad, que es el objetivo último de la estrategia económica del actual gobierno, y en la que machaconamente, semana tras semana, pone el énfasis el Vocero, no aparece por ninguna parte, ni siquiera en los sectores económicos menos improductivos históricamente, como la industria petrolera o la automotriz. La economía sigue debatiéndose entre el ser y el deber ser; entre el deseo y la triste realidad.

El Vocero insiste en que, en los últimos 30 años, el crecimiento económico ha estado por debajo de su potencial, siendo insuficiente para abatir la pobreza, que aún afecta a millones, y para mejorar de manera significativa la calidad de vida de los trabajadores. Según el Vocero, la causa principal del bajo crecimiento ha sido una tendencia negativa en la productividad total de los factores económicos, la cual es indispensable revertir.

No dice ninguna mentira el Vocero. Es correcto su análisis. Es verdadera su conclusión. Pero… Siempre este escribidor le encuentra un pero, y no es por llevar la contra. Qué más quisiera que estar en acuerdo total con el análisis gubernamental. Y con los resultados de esa política económica que es fallida para las mayorías. Y aquí es donde duele.

La economía real, a pesar de las reformas estructurales en materia de empleo, de restructuración del sistema financiero y bancario, de política fiscal, no se mueve un ápice hacia las alturas de la curva de Gini.

El Vocero se encarga de festinar los ligeros repuntes de una que otra variable, pero al final el saldo es negativo. Y ya llevamos casi un año y medio de reformas y de porfías y porfías, y la economía sigue en los brazos de Morfeo. Ojalá que, como al camarón, no se la lleve la corriente.

Y me refiero a la economía real: De qué le sirve a los mexicanos –ni les va ni les viene– que las finanzas públicas estén equilibradas; que la deuda pública esté siendo controlada; que las reservas en divisas y en metales preciosos del banco central sean cuantiosas. Lo que importa abajo, entre la gran masa de trabajadores, es la casa, el vestido y el sustento. Ah, y el cuidado de la salud. Y por no dejar, si es que se puede, un poco de esparcimiento, porque el cuerpo se cansa.

No podemos presumir de que todos los mexicanos tengan un empleo; tampoco podemos presumir de que los empleados, sea en la economía formal o en la subterránea, ya la hicieron, porque los sueldos son injustos, y con eso de la tercerización empresarial tampoco tienen derecho a hacer carrera, a tener un seguro social estable, a gozar de una jubilación justa. Los contratan, pero nunca tienen seguridad de permanencia en el trabajo. Se pasan la vida laboral en la cuerda floja, en el filo de la navaja.

Y el Producto Interno Bruto no da muestras de repuntar. Los economistas del gobierno dicen que, al finalizar 2014, la economía habrá crecido 3.9 por ciento, cifra que no representa ningún triunfo, porque no sirve para sacar de la pobreza a los trabajadores. Ya no hablemos de los desempleados. Estos, como en el país más pobre del mundo –ya ni en Haití– no la hicieron.

Vamos a apostarle a la apuesta del gobierno, pero la realidad nos desmiente. El gobierno ha puesto en el centro de su agenda revertir la tendencia negativa de la productividad de las empresas para alcanzar niveles más altos y sostenidos de crecimiento y mejorar la calidad de vida de las familias mexicanas.

Aquí es donde no concordamos. No nos acostamos juntos con esa mentira de que primero hay que crear la riqueza en las manos de los detentadores de los grandes medios de producción y después vendrá la redistribución entre los trabajadores.

Es exactamente lo que han propuesto y llevado a la práctica, desde la revolución industrial, los gurúes del capitalismo. Y, aunque usted me contradiga, pues han fracasado en Inglaterra y en Estados Unidos. Imagine si tendrían éxito en una economía periférica, naca, globera, bicicletera, como la de México.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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