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1562 22 Abril 2014

 

Infancia es destino
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Tras las reformas secundarias en materia educativa y después de los resultados del primer censo escolar, la agrupación Mexicanos Primero, promovida por Televisa, agudizó sus cuestionamientos contra los gremios magisteriales por ser el único factor en la falta de calidad de la educación.

Ciertamente en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Michoacán, entidades dominadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), es donde se presentan las más severas deficiencias para ofrecer un servicio educativo óptimo. Sin embargo, existen otros factores que impiden avanzar en la consecución de la calidad educativa.

Frente a escuelas públicas hechas de materiales ligeros y precarios, sin mesa-bancos, pizarrones o gises en sus aulas, sin energía eléctrica, sin sanitarios, sin agua de la red pública, sin áreas deportivas o recreativas, sin drenaje, sin salidas de emergencia, sin rampas para discapacitados, sin señalizaciones de protección civil, sin conexión a internet y sin teléfono y en muchas ocasiones sin maestros, no queda más que cuestionar a quienes cuestionan a los sindicatos de ser los únicos factores del rezago educativo.

Por un lado tenemos escuelas paralizadas y, por el otro lado, escuelas destartaladas, cuyos servicios educativos son de pésimas condiciones igual que la infraestructura física de sus planteles, lo cual nos lleva a pensar que son complejos y muy variados los factores que se han venido acumulando desde hace varias décadas y que hoy pasan factura a las autoridades educativas, al gremio magisterial, a las familias y a la ciudadanía en general.

El primer factor que determina el retraso educativo es la pobreza y según el Nobel de Economía, Amartya Sen, la pobreza determina la falta de oportunidades para desarrollar capacidades desde la primera infancia hasta la educación superior, Por lo tanto, el desafío de las autoridades educativas es coadyuvar a romper el círculo vicioso de la pobreza para ingresar al círculo virtuoso de la educación con calidad profesional y calidez humana.

La pobreza es la que frena el desarrollo social y económico de un país, impide apalancar el capital humano, provoca la falta de capacidades del sector marginado y, es la que reproduce la pobreza generacional.
Lamentablemente por ahí se dice que “quienes nacen pobres… así se quedan”, debido a que las capacidades simplemente no se desarrollan, por lo cual se requiere invertir en la franja de la penuria y abrir las puertas del futuro.

El periodista Julio Scherer, director de la revista Proceso, tras visitar los Centros de Delincuencia Juvenil en la Ciudad de México y entrevistar a docenas de internos, refirió que los niños y jóvenes delinquen porque nacieron en la pobreza, sin escuelas dignas y sin posibilidades de formarse. Además, porque son maltratados, viven la violencia familiar y social, no se alimentan nutritivamente bien y ni siquiera son hijos deseados; es decir, que están excluidos del desarrollo social.

La conclusión de Scherer es que la pobreza determina la infancia, como lo dijo el ilustre maestro Rafael Ramírez: infancia es destino, ya que las oportunidades que el niño tenga en la primera edad, las experiencias de vida, son las que van a determinar su trascendencia durante el resto de su vida, para bien o para mal.

Así lo confirma el reporte Panorama de la Sociedad 2014, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (la OCDE), el cual revela que México tiene el ingreso nacional más bajo de los países miembros y ocupa el segundo lugar en desigualdad de ingreso, sólo por encima de Chile, ya que la capacidad adquisitiva anual de una familia mexicana es la segunda más afectada por las crisis económicas recurrentes.

El círculo de la pobreza no se rompe cuando no hay las oportunidades para desarrollar capacidades, ni para desarrollar ciudadanía con todos sus derechos y obligaciones, mucho menos cuando México ocupa deshonrosos primeros lugares en pobreza, falta de ingresos para comida, bajo gasto público social y jóvenes que no estudian ni trabajan, sin dejar de señalar que hay más de dos mil 200 escuelas al “al aire libre”, bajo el sol o la lluvia.

De ahí nuestra lucha por universalizar la educación inicial, para brindar la atención integral y la educación afectiva que se requiere desde el embarazo. De ahí nuestra lucha por que nuestro país invierta el 8% del PIB en educación, ya que otro Nobel de Economía, James Heckman, comprobó que el retorno de la inversión en educación temprana es de 8 a 12 dólares por cada dólar invertido, además de que ataca las causas más arraigadas de la pobreza y de la desigualdad socioeconómica.

 

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