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1584 22 Mayo 2014

 

MUROS Y PUENTES
¿Marco Rubio?
Raúl Caballero García

Dallas.- ¿Marco Rubio para presidente? No, no, no, no; quien así piense le caería muy bien que le regalaran un Manual para distraídos. No por el solo hecho de ser latino este joven político republicano se merece nuestro apoyo en las urnas. Por más que él ya comenzó a coquetear con una nominación presidencial –yep, algunos ya comenzaron aunque falte tanto para que se determine quién será el nominado–, no vale la pena la distracción.

Y con todo –concedamos– los republicanos pueden considerarlo una buena ficha de fórmula... no sólo porque, es cierto, ha despuntado en la arena política tipo Miami (muy replegados en la derecha), sino precisamente porque ser latino puede ponerse en boga por aquello de que se han distanciado de nosotros de una manera más bien ruda. Entonces a mi modo de ver al final tendrá más posibilidades de que lo impulsen como compañero de fórmula, es decir como candidato a la vicepresidencia... pero ni ahí.

Hace días señalé cómo un medio especializado echó luz sobre los Bush, como miembros emblemáticos en la efervescencia de la clase política estadounidense en torno al cambio de cuatrienio (ver “Hacia la pelea estelar”, 5-17-14), pese a que apenas estamos en la antesala de las elecciones intermedias de noviembre. Hmm... o acaso por ello, pues el ruido y los colores partidistas pueden influir en los reacomodos de las cámaras; y eso sí, una vez que terminan los empellones y el juego político en el que se disputan todos los escaños (435) en la Cámara Baja, 33 en el Senado, diversas legislaturas estatales, algunas alcaldías municipales y la gubernatura en 36 estados, una vez que esos reacomodos hayan quedado claramente establecidos, la efervescencia incipiente de hoy pasa entonces a ser agitación y hervores, y arranca el desfile de aspirantes a la grande.

Pero para aterrizar estos apuntes en lo que de concreto -al respecto- tiene hasta hoy la cotidianidad, permíteme seguir enfocando a Rubio. No hace ni mucho en que sin titubear, en televisión nacional (en la cadena ABC) se destapó como aspirante a la oficina oval de la Casa Blanca. Atrás dejó las respuestas evasivas, cuando le preguntaron si estaba “listo” para ser presidente, se destapó. Matizó diciendo que lo mismo se dice de otros de sus compañeros de partido, pero quedó claro que se perfiló para inscribirse en la carrera hacia el 2016.

Rubio es un senador republicano de padres cubanos, en el pasado reciente ha apoyado la tan llevada y traída reforma migratoria, cosa que el Partido Republicano está obligado a hacer, y quienes de entre sus filas así lo han comprendido (entre otros Rubio y John McCain) dieron un paso al frente y participaron con varios demócratas para crear y proponer la iniciativa de una reforma migratoria que se ha quedado atorada en la Cámara de Representantes. Por una parte no dudo que entiendan la urgencia de una reforma de esa naturaleza, pero por otra parte no dejo de pensar que el pasito al frente es un poco para acercarse a la comunidad latina, pues ya para nadie pasa desapercibido que en términos electorales sus votantes se han convertido en un factor determinante y, en las últimas dos elecciones presidenciales, ese partido se ha visto inclinado por la extrema derecha hasta caer en una postura antiinmigrante tan radical que no pueden desembarazarse de ella, por más pasitos al frente que den algunos de ellos.

Pero para que llame la atención algo más que eso tendrán que hacer camino al 2016. Aunque por ahora Rubio ya parece que se desdice (y era uno de los más definidos). El senador por Florida ya no respalda enteramente la misma iniciativa de reforma migratoria que firmó -esa que duerme el sueño de los justos en la Cámara Baja- pues ya se vio obligado a recular para ser visto como un “duro”. Hace unos días se le escuchó diciendo que el problema migratorio debe resolverse pero, aclaró, él rechaza una “amnistía general”, términos eufemísticos -cuyo significado, como se sabe, se aplica a transgresores de la ley en una dimensión de verdaderos criminales y pero los inmigrantes indocumentados ni son criminales ni la transgresión es para tanto- que los republicanos emplean para evitar decir “reforma migratoria amplia e integral”, una que permita la ciudadanía, que permita dejar atrás el estatus de ciudadanos de segunda que forzadamente cae hoy sobre los ciudadanos inmigrantes indocumentados.

Rubio se pronuncia a favor de un sistema policial (es mi subrayado) a través del cual se verifique permenentemente que los empleadores contratan sólo personas documentadas, un sistema “efectivo”, dice, para rastrear turistas y visitantes y asegurarse que salgan del país antes de que sus visas expiren. ¿Quiere agentes que sean la sombra de los turistas?, ¿espías o detectives que vigilen los pasos de los visitantes y olfatean sus visas? Quienes coinciden con cosas así pretenden también una frontera fortificada y multiplicar los patrulleros fronterizos y guardias nacionales. Así piensan los republicanos más conservadores, y en tanto eso no sea un hecho el aplazamiento de una reforma migratoria se justifica indefinidamente. Para Ionesco.

Como latino, Rubio es paradójico. Si los republicanos se vienen caracterizando por ser antilatinos, Rubio se viene caracterizando por ser uno de pura cepa. No hay distracción que valga, si camina como republicano, discursea como republicano y piensa como tal, no parece, lo es.

Escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth, Texas. E-Mail: rcaballero@diariolaestrella.com Twiter: @raulcaballero52.

 

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