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1598 11 Junio 2014

 

MALDITOS HIPSTERS
Manual japonés de la soledad/depresión
Luis Valdez

Monterrey.- Por culpa de la soledad hay noviazgos vía facebook, gente que compra novias rusas o tailandesas, y japoneses que compran regazos artificiales en los cuales apoyar sus cabecitas y llorar la depresión. No me extraña que los japoneses, siempre a la vanguardia, compren revistas con filias raras como “Voyeurismo en el metro de Tokyo”, o “Nenas vestidas de colegiala”.

Tampoco me extraña su obsesión con la soledad. En Tokyo Blues, de Haruki Murakami (un novelista rockstar de los hipsters), el protagonista va en un avión totalmente deprimido y al escuchar la canción Norwegian Wood de los Beatles, comienza a recordar a una chava que le gustaba y que a final de cuentas decidió quedarse con su mejor amigo. Cuando éste mejor amigo se suicida, la adolescente se deprime y toda la trama no pasa de ahí. En 1Q84 también hay un muchacho deprimido que no alcanza a ganar un premio literario, pero sí que lo contraten para terminar trabajando como negro literario. Él y una mujer, conocidos y separados desde la infancia, se recuerdan, se piensan, se aman, pero están en planos dimensionales distintos y a final de cuentas están deprimidos.

Japón tiene esta aura mala onda que deprime a la raza. Amelie Nothomb, en la novela autobiográfica Antes de Adán, narra sus peripecias con un adolescente japonés que la amaba, pero, los dos estaban deprimidos. Y aunque el fulano en cuestión era millonario, tierno y considerado, y ella era europea y linda, simplemente se separaron porque estaban en un bajón muy fuerte.  

El caso es que todo mundo se deprime porque se siente solo.

¿Se sienten más solos en Japón que en Estados Unidos? ¿Por qué no se sentiría igual un ejecutivo de Nueva York o un músico de blues? Será porque no es lo mismo vestirse de etiqueta que andar por el mundo vestido de emo, o porque no creen que un afroamericano pudiera tener tanta profundidad en su aletargamiento de tristeza como un oriental que ha sufrido dos bombas atómicas.

Unos tienen la música Góspel y otros tuvieron Hiroshima y Nagasaki. El caso es que no vemos por ahí a los afroamericanos haciendo famosas a niñas que se parecen a la muñeca Barbie, o que se operan los párpados para parecer personaje de un animé. Vaya, que ni siquiera las muñecas inflables más reales son estilo afro, sino asiáticas.

La invención de los regazos femeninos artificiales no es cosa del otro mundo. De hecho, hasta se ven confortables. A ver cuándo nos llegan de fayuca.

 

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