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1608 25 Junio 2014

 

Razones para rechazar la reelección de alcaldes
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- Dado que los presidentes municipales que resulten electos en 2015 ya podrán optar por la reelección en 2018, habría qué preguntarnos si esta reforma constitucional fue buena o mala para los ciudadanos. Cuando formulo este tipo de preguntas suelo recurrir a la neurociencia. Está demostrado que los seres humanos manifestamos un evidente sesgo hacia el mantenimiento del status quo. Nos gusta que las cosas se queden como están. Lo ilustra el conocido refrán: “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Es decir: ¿por qué tendríamos que preferir lo malo a lo bueno?

La explicación es simple: cualquier tipo de cambio nos despierta contrariedad, cualquier situación actual nos hace sentirnos más seguros. Queremos mantener el orden natural de las cosas. Ese es el motivo psicológico por el cual tendemos a adquirir hábitos, rutinas y costumbres; regresamos a los mismos restaurantes, pedimos el mismo café, apoyamos el mismo equipo de futbol y sostenemos nuestros puntos de vista de siempre. Esta aparente conformismo nos da una sensación de bienestar personal y es el motivo por el cual también se retrasan tanto los cambios políticos y se eternizan los problema sociales de países.

Por ejemplo: ¿por qué la gente no se suma ni respalda las políticas que más le conviene? ¿Por qué apoyan a políticos claramente corruptos? Encuestas recientes demuestran que la gente de recursos más escasos suele ser la que más defiende a funcionarios públicos sin escrúpulos.

Cuanto más injusta es una comunidad, los ciudadanos tratarán de darle un sentido al estado de las cosas. Ocurre en el caso de las mujeres que se solidarizan con los valores machistas; han somatizado el estado negativo de las cosas. La sociedad tiende a mantener lo que hay. La rebelión es una reacción ocasional al sufrimiento en la historia humana: hay más ejemplos de cómo nos someternos a la autoridad que ejemplos de rebelión.

Nos hacemos creer que los pobres lo son porque no estudian, no laboran lo suficiente y la “gente bien” lo es porque se lo merece. Interiorizar esta idea general, en condiciones sociales en las que muy poco podemos hacer para solucionarlo, nos instala en nuestra zona de confort. Círculo vicioso perfecto para preservar el orden natural de las cosas.

En otros países se ha transformado esta percepción: el entorno se modifica cuando las personas se asumen como seres dispuestos al cambio y dejan de inventarle un sentido racional a su malestar. Pero en México esta liberación de conciencia todavía no se da.

¿Se entiende entonces por qué los malos gobernantes municipales seguirían en su cargos aunque su desempeño público fuera pésimo?

 

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