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1624 17 Julio 2014

 

MALDITOS HIPSTERS
De cafés, librerías y cultura
Luis Valdez

Monterrey.- Mientras cafés como El Che y Mamamor le apuestan a eventos culturales y de conciencia social, las casas de la cultura lucen saturadas agendas y a las librerías no se les ve todavía como espacios culturales. La cultura a la calle es una buena opción, pero la restringen. Finalmente hay en nuestra ciudad cafés donde se puede encontrar buen café. Los hay pequeños y cálidos como El Cafelito, apretados por muebles vintage como Abuela Vaca y los más cómodos, como El Che.

Hay otros cafés más céntricos y nocturnos donde, o los baños causan terror o ni siquiera se vende café. Pero la mayoría comparten el criterio de la charla con su intercambio de ideas y si las posturas y conocimientos lo permiten, hasta el debate.

¿Se pueden hacer cosas fuera de estos cafés? Así debería ser, si se supone que hay espacios públicos con agenda a disposición de la ciudadanía. Pero hay dos particularidades que deberían causarnos gracia: muchos promotores culturales primero piden apoyo económico y luego a ver qué hacen; y la otra particularidad: hay más de un espacio privado que al menos pone agua y café cuando uno les pide el espacio para eventos.

También hay espacios que si no ponen café, es porque ni presupuesto tienen para ello (algo normal en la cultura); pero al menos prestan el espacio.  

Con la cultura todos ganamos. La cultura nos ayuda para mejorar como personas. Y también le sirve al espacio para hacer más ruido.

Otro caso son los museos y librerías, que cuando tienen eventos culturales no provocan mucha reacción en la población. Para empezar, la mayor parte de la gente piensa que las librerías, o sólo venden libros de texto para escuelas, o sólo aparecen en las Ferias de Libro. “Qué bueno que hay una Gandhi que abra todo el tiempo”, dice la gente. ¿No han notado que otras como Gonvill, Porrúa, Fondo de Cultura Económica, Educal, La Ventana, también son librerías que siempre están abiertas? Claro que unas más que otras de libros de texto, otras especializadas más en humanidades (ojalá y los libreros no olviden esto) y unas más de libros de aparador y best sellers. Pero librerías hay y siempre ha habido antes y después de Gandhi.

No quiero tachar a Gandhi de una librería hipster, pero al menos tiene la mejor publicidad y es graciosa, y el humor nos cae bien. Si alguna otra librería se queda con la imagen de su abuelo que fundó el negocio, u otra no quiere salir de vender libros motivacionales y para señoras de la tercera edad, es muy su etiqueta. Gandhi hoy por hoy (y aunque me den ganas de patear a más de tres hípsters cada que me asomo por ahí) es la librería con más carisma en el mercado.

Pero no me pregunten por eventos culturales en la librería Gandhi, porque no sabría qué contestar.

Y si los espacios no admiten a los eventos culturales por falta de espacio en agenda, o por una ubicación complicada para llegar, o porque cobran la renta por hora, los eventos culturales deberían salir a la calle. La cuestión es platicarlos bien con los vecinos, con la comunidad que está afuera. A nadie le gusta que estacionen un auto frente a su cochera o que haya un concierto con el ruido que implica sin hora para terminarse, ni que la basura simplemente se quede ahí. Porque también debe trabajarse la cultura del respeto. Eso o de plano quedarnos sin eventos culturales ni dentro ni fuera de nuestros muros.

 

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