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1631 28 Julio 2014

 

La jubilación dinámica en la UAS, I
Ernesto Hernández Norzagaray
Carlos Maciel Sánchez

Claroscuros de una posible debacle

Mazatlán.- Hace más de 7 años, en junio de 2007, escribimos en Noroeste un par de artículos titulados  La jubilación en la UAS, entre la bruma de la ética y la legalidad; en aquel entonces hacíamos algunas reflexiones que a nuestro juicio siguen aún vigentes. Palabras más palabras menos decíamos que el de la jubilación, no era un problema exclusivo de la Universidad Autónoma de Sinaloa; por el contrario, se trataba de un fenómeno generalizado en las universidades públicas, incluso un grave problema a escala internacional y sus soluciones eran tantas como las circunstancias particulares lo permitieran, y la capacidad de negociación de sus actores.

Y en este sentido, los universitarios sinaloenses tenemos y debemos dar una respuesta digna de nuestra capacidad intelectual y de lucha.

En ese mismo sentido seguimos pensando, que en nuestra centenaria casa de estudios, tanto jubilados como activos, hipotéticamente tenemos  iguales derechos y en consecuencia no existe disyuntiva alguna, en el sentido de a quien pagarle en una situación extrema. Aunque para un ex rector la solución era clara, cuando hiciera crisis el problema de la jubilación, habría que privilegiar a los trabajadores activos.

Porque, según él, no se puede poner en juego la viabilidad institucional de la UAS, incluso en una situación extrema, la UAS estaría por encima de los derechos de los trabajadores. Desde luego que en una situación semejante sería posible recurrir a la demanda y al amparo, por lo que a la institución no le quedaría más que recurrir a posicionamientos extremos.

¿Quiebra de la UAS?
De esta manera otro de los escenarios posibles y el de mayor riesgo, y quizá el más seguro si no llegamos a acuerdos internos con la participación decidida de todos y los gobiernos estatal y federal, pudiera ser la declaración de quiebra de la UAS, por insolvencia económica. Lo que por cierto, sería legal, pero no ético. Puede ocurrir que ante la imposibilidad de sufragar los costos que implican la jubilación dinámica, los salarios y el gasto operativo, el Rector informe al  Consejo Universitario (CU) sobre la inviabilidad financiera de la institución, el CU decreta la quiebra y establece una ruta, mediante un mandato al Rector en turno de cómo conducirla y qué medidas tomar en lo relativo a la situación imperante y la reorganización laboral e institucional.

En el extremo de esta lógica se pierde la autonomía y se devuelven los bienes a los tres niveles de gobierno, quedando de manifiesto la incapacidad de los universitarios para conducir la institución. Se abriría entonces una mesa de negociaciones entre una comisión designada por el CU y otra de la SEP y seguramente con la participación del gobierno estatal.

En estas circunstancias las rodilleras, los bastones y las sillas de ruedas nos harán falta para resistir una negociación tan desventajosa como humillante para los universitarios. Como todo es legal, legalmente, los universitarios podríamos aspirar a la jubilación del IMSS, pero, también de manera legal, aunque no ética,  ante la pérdida de la figura patronal, pudiera ocurrir  que al no ser ya la fuente de financiamiento, no hubiera manera de seguir  pagando ni salarios, ni haciendo contribuciones al sistema de pensiones del IMSS.

No debemos olvidar que la jubilación dinámica es una prestación bilateral sindicato-administración, no aceptada por la SEP y que se cubre con fondos del subsidio ordinario.

Desde luego que en todos los escenarios descritos pierden no solamente los jubilados, sino también toda la plantilla de profesores en activo, académicos y administrativos, al truncarse la posibilidad de que gocen de la jubilación de marras, amén de que en caso de quiebra universitaria pasen por el casi seguro tamiz de una recontratación en la que, los afortunados, podrían conservar su antigüedad para recibir años después su pensión en el IMSS, desde luego bajo las reglas de la llamada “ley nueva”, como se le llama a las adecuaciones al sistema de pensiones de 2007, que es una ley lesiva cuanto se fija la pensión con base a montos definitivos y deja de ser vitalicia.

Políticas neoliberales
Es un hecho al menos que el viejo esquema del Estado del Bienestar está llegando a su fin, por los que las negociaciones con los actuales mandamases de las políticas educativas-gubernamentales son prácticamente nulas, sobre todo en un país como el nuestro, en el que la conculcación de derechos son el pan nuestro de cada día, amén de las políticas neoliberales que a escala mundial ven en el sistema de pensiones la causa central de las crisis económicas recurrentes en nuestros días.

El ensayo hecho con el poderoso sindicato de electricistas de la Comisión de Luz y Fuerza del Centro, debiera alertarnos pues no está de más recordar la máxima de que cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar.

Claro está que, de persistir en el reclamo de la devolución de las retenciones ocurridas antes de 2007 de viejos y nuevos demandantes es buscar disfrutar de manera efímera de unos cuantos mendrugos con la disolución del fideicomiso de la jubilación dinámica. Entendamos de una vez por todas que no se puede buscar quitar trozos a ese fideicomiso y al mismo tiempo pretender que se conserve con toda su generosidad, como ahora argumentan los ganadores de la demanda.

Aun así, si esa masa cada día mayor de universitarios que exige “les devuelvan sus contribuciones ilegales al fideicomiso” persiste en sus propósitos economicistas, de nueva cuenta tendremos la posibilidad de mostrar la antigua valentía y el viejo vigor de las luchas heroicas. Podremos al fin desempolvar de nueva cuenta nuestras desteñidas y rotas banderas de combate. Y hay que decirlo, nada más glorioso que enfrentar con los años encima a esa manida derecha, encaramada en el poder desde tiempos inmemorables, tan ensoberbecida y tan segura de sí misma, además de que podremos por fin enfrentar al sistema de partidos políticos de la derecha hasta la izquierda representativa.

En definitiva, la jubilación dinámica de la UAS, que hoy beneficia a miles de académicos y trabajadores, incluso a personal recontratado como académicos, administrativos y funcionarios, corre un serio riesgo de perderse si los universitarios no son capaces de proponer medidas inteligentes para garantizar una cierta estabilidad a cientos, quizá miles, de familias sinaloenses.

 

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