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1634 31 Julio 2014

 

En mi librero estás tú
Guillermo Berrones

Monterrey.- En mi librero, abandonado a un destino incierto, están las palabras que un día fueron fuente de luz para mis ojos. Está el legado de otras mujeres y otros hombres que confiaron al papel y a la tinta las perturbaciones de su imaginación. Está el oficio del narrador, las pasiones ocultas entre las solapas, el murmullo musical de las palabras de un poema. Está Dios y los dioses mitológicos de otros pueblos. Los sueños desplegando su velamen arrullador en la somnolencia de mis hijos ya adultos y en la de los hijos de los hijos que han leído un cuento antes de dormir. En mi librero estás tú.

En mi librero hay un oasis robado a la voz de aquellos tejedores de palabras. Surcidores del tiempo, forjadores de fantasías y contadores de la verdad; de jueces de la historia, de críticos y criticones, de malparidos, de poetas vencidos por la métrica de un verso. Hay un maná otorgado por aquellos en los que no cabe la mezquindad de la escritura y benefician el espíritu paciente de los lectores. En mi librero estás tú.

En mi librero hay libros viejos, apolillados, enmohecidos con ese tufo a rancio que desata el tiempo y la guarda. No he declarado que sea un cuarto de espantos, pero hay murmullos ensordecedores que seducen. Y el sésamo de su empastado deja escapar de cuando en vez esos secretos acidulados, mortíferos que al descifrarlos retoman vida, retoñan al contacto de la vista, a la humedad del dedo ensalivado que da vuelta a la hoja. En mi librero estás tú.

En mi librero estás tú, Dulce María, tan viva, como las hojas del encino de mi casa. Y a tu muerte terrena, el día que venciste a la vida, escalé los peldaños de la escalera que me permitió alcanzar tus títulos dispersos entre otros autores. Esa mañana la vulgaridad del Facebook me recordó tu cumpleaños y allí mismo escribí mi deseo, mi felicitación a celebrar tu onomástico sin pensar que más tarde recibiría la terrible noticia de tu abandono. Entonces busqué tus libros y algunas notas guardadas de tu Literespacio, las ordené y les destiné un lugar en mi librero. Y allí estás tú, en Gestus, Detrás de la máscara, Donde habiten los dioses, Crepúsculos de la ciudad, Ojos de Santa, Elogio del triángulo, Mercedes luminosa, Encuentro con Antonio, Los suaves ángulos y Un océano divide. Está tu dulce voz, de amiga, de colega, de cómplice en el juego de hacer literatura.

* Texto leído por el autor, en el Homenaje a Dulce María González, convocado por la Sociedad Literaria del Noreste; martes 22 de julio, Biblioteca Benjamín Franklin.

 

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