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1654 28 Agosto 2014

 

Plurinominales
Víctor Reynoso

Puebla.- Hay al menos tres argumentos a favor de los legisladores de representación proporcional: corrigen la sobrerrepresentación, dan espacios a las minorías y permiten a los partidos llevar a sus mejores cuadros a las cámaras. Hay al menos un argumento en contra: no se someten de manera directa al juicio de las urnas, no rinden cuentas a sus electores. Las elecciones de mayoría simple, también llamadas de un solo ganador, sobrerrepresentan al que gana y subrepresentan a los perdedores.

Es el caso de una elección presidencial. Si uno de los candidatos obtiene el 33.5 por ciento, otro 33 por ciento, el tercero 17 por ciento, y los demás el resto, el primero se quedará con el 100 por ciento y los demás con nada. Algo análogo pasa en elecciones de legisladores. La representación proporcional trata de corregir esto, otorgando diputados o senadores a partidos que obtuvieron algún porcentaje de votos aunque no ganaron igual número de distritos.

Un caso particular de lo anterior es el de los partidos que difícilmente ganarían la mayoría en un distrito o entidad. Su única vía para acceder al poder legislativo es vía la representación proporcional. Es el caso de cuatro de los siete partidos con presencia en las cámaras federales actualmente. Si dejamos de lado las alianzas, estos partidos seguramente desaparecerían en un sistema de mayorías simples.

Menos visto es el tercer argumento. Las dirigencias partidarias tienen la capacidad, en un sistema como el mexicano, de hacer ingresar a las cámaras a quienes ellas quieran, por la vía de las listas plurinominales. Esto puede dar, y ha dado lugar, a privilegios, pero también a que los partidos coloquen en las cámaras a sus mejores cuadros, a los que tienen mayor capacidad de liderazgo o a los que dominan temas que serán de importancia en la legislatura electa. Es probable que la productividad de los diputados plurinominales sea por eso mayor a la de los diputados de mayoría. Lo que no quiere decir que todos los pluris sean más productivos que los mayoritarios.

La crítica a la representación proporcional, sobre todo en un sistema de listas cerradas como el nuestro, tiene que ver con lo anterior: son las burocracias partidarias las que deciden quiénes ingresarán a las cámaras, no los ciudadanos (o no al menos directamente). Hay que aclarar que en sistemas sin reelección inmediata este argumento se diluye y carece de peso. Si el legislador no puede reelegirse, el ciudadano votará no tanto por el candidato, sino por el partido que lo postula.

En mi opinión los argumentos a favor pesan más que los argumentos en contra. Desde luego que no se acabaría el país si tuviéramos un sistema de un solo ganador como el inglés o el norteamericano. Nos quedaríamos en el corto y mediano plazo con tres partidos. Los candidatos y los legisladores serían más visibles. Mejorarían por lo mismo la transparencia y la rendición de cuentas.

Pero la sobrerrepresentación seguramente se prestaría a abusos. Es posible que con un porcentaje de votos relativamente bajo un partido lograra mayoría en las cámaras y con eso tendría un poder desproporcionado.

La existencia de las minorías es una cuestión más polémica. No me refiero a las minorías en general, cuyo respeto es una de las piedras de toque de la democracia, sino a las minorías partidarias. Éstas han tenido un lugar un tanto triste en la historia del país. En algunos casos no representan a nadie fuera de sus propios integrantes. En algunos casos han sido maestras del oportunismo, vendiendo su amor al mejor postor.

Pero la presencia de las minorías partidarias que la representación proporcional permite puede servir de incubadora para que los pequeños partidos nazcan y crezcan. Hasta ahora no ha sido el caso, pero me parece que es la mejor forma de permitir la entrada de partidos nuevos a nuestro sistema. Los actuales, casi todos, muestran señales de envejecimiento. No por su edad, sino quizá por sus errores.

Creo pues que vale la pena conservar la representación proporcional. Creo que hay un consenso mayoritario en esto. Son pocas voces, aunque algunas de ellas estruendosas, las que proponen su desaparición. Otra cosa es reducirla a 100 diputados. Estoy de acuerdo, aunque ciertamente no va a revolucionar nuestro sistema legislativo.

Eso en cuanto a los diputados. En el senado la propuesta del PRI es acabar con la representación proporcional, y dejar solo a los senadores de mayoría a uno de la primera minoría en cada estado. Con esto el senado perdería su función de representación de las minorías (se quedaría seguramente con tres partidos) y de incubadora de partidos. Pero esas funciones las seguirá jugando la cámara de diputados.

Profesor de la UDLAP.

 

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