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1668 17 Septiembre 2014

 

 

¿Cómo escriben los clásicos?
Eligio Coronado

Monterrey.- ¿Cómo escriben los clásicos contemporáneos? ¿Planean minuciosamente sus textos o los improvisan? ¿Los escriben de un tirón o pausadamente? ¿Esperan a que lleguen las musas o no creen en ellas? ¿De dónde les vienen las ideas? ¿De la invención personal, de la observación o de la experimentación?

En Cuando llegan las musas*, de Raúl Cremades (Tibi, Alicante, Esp., 1966) y Ángel Esteban (Zaragoza, Esp., 1963), encontramos todas las etapas del proceso creativo de dieciséis figuras mundiales: Rafael Alberti, Isabel Allende, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Antonio Buero Vallejo, Guillermo Cabrera Infante, Julio Cortázar, Miguel Delibes, Jorge Edwards, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Carmen Martín Gaite, Pablo Neruda, Octavio Paz, José Saramago y Mario Vargas Llosa.

A diferencia de los autores jóvenes que tienen prisa por publicar, García Márquez tardó muchos años en escribir algunas sus novelas más emblemáticas: “nunca me ha interesado una idea que no resista muchos años de abandono. Si es tan buena como para resistir los dieciocho años que esperó Cien años de soledad, los diecisiete de El otoño del patriarca y los treinta de la Crónica de una muerte anunciada, no me queda más remedio que escribirla” (p. 259).

Pero, ¿cómo escriben estos íconos?: “Saramago tiene un modo peculiar de dosificar su trabajo: cada día escribe dos folios (páginas), ni una línea más ni una menos. Cuando ha terminado sus dos folios, lo máximo que hace es añadir varias palabras si la última frase le ha quedado inconclusa, pero no sigue escribiendo aunque se le ocurra una magnífica idea” (p. 335).

Por su parte, Borges, en opinión de su viuda María Kodama: “Dictaba un párrafo o una estrofa, lo dejaba hasta el día siguiente, y así continuaba hasta terminar la obra. Hacía muchos borradores, y no escribía todos los días, solo cuando tenía una idea formada en la cabeza” (p. 106).

¿Qué opinaban de las musas?: “(Rafael) Alberti creía en la inspiración de la vida cotidiana. Todo lo que le ocurre al poeta, lo que le rodea, las circunstancias en las que vive, las personas con las que se relaciona…, todo le puede llevar a escribir” (p. 33-34).

Julio Cortázar también creía en ellas: “Cortázar compaginó de un modo casi perfecto el trabajo de arreglo de los textos con la obediencia a las musas y la intuición. Siempre creyó en los elementos del otro lado que nos ponen en bandeja los temas y las formas de expresión” (p. 186).

Finalmente, ¿de dónde les vienen las ideas?: “Cuando se le preguntaba a Octavio Paz sobre cómo le venían las ideas para escribir sus poemas, éste respondía que normalmente no tenía una idea clara de lo que iba a hacer” (p. 361), “Carlos (Fuentes) (…) está convencido (…) de que a veces existen en la creación literaria momentos inexplicables, casi mágicos, en los que surgen de la pluma palabras, ideas o situaciones que el escritor nunca había planeado que formaran parte del texto” (p. 249).

Hay libros que se agotan en la brevedad de una reseña y libros cuya profundidad es inabarcable. En el caso de Cuando llegan las musas habría que reseñar a cada autor incluido y, acaso, terminar escribiendo otro libro que lo comente (en este caso, sería un libro derivado).

* Raúl Cremades y Ángel Esteban. Cuando llegan las musas. Cómo trabajan los grandes maestros de la literatura. Madrid, Esp.,Edit. Espasa Calpe, 2013. 412 pp., fot. (Colec. Espasa Hoy.)

 

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