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1673 24 Septiembre 2014

 

 

¿Qué anuncia Escocia?
Samuel Schmidt

Ciudad de México.- Para los simplistas, aquellos que creen firmemente en la teoría del dominó, que dice que si formas las fichas del domino, tiras una, y todas las demás irán cayendo una tras otra; para ellos el voto en Escocia había que verlo con cuidado, porque tras él caería Cataluña. No importa el largo tiempo que llevan los separatismos catalán y vasco, aquí de lo que se trata es de buscar una explicación rápida, sencilla y simplona para fenómenos complejos, y despertar en el camino algunas ansiedades.

En contra de lo que pensamos, las fronteras se han movido de forma muy dinámica en todo el mundo, en algunos casos creando países con cierta artificialidad; así hicieron los ingleses en levante, donde súbitamente inventaron países ahí donde dominaban tribus o clanes. Ahora vemos un intento más por modificar ese mapa con la creación de un nuevo califato, aunque en este caso lo preocupante no es que se invente un nuevo país, sino que se promueve una postura de odio extremo y violencia desmesurada contra todos aquellos que no se someten, o aquellos que piensen distinto.

Las religiones han tenido un papel importante en el rediseño de los mapas. Desde la expansión de los musulmanes desde Africa hacia Europa, los intentos de los católicos y cristianos por conquistar tierra santa y de paso Europa, y este nuevo intento musulmán por recuperar Europa.

Las guerras en Europa llevaron a crear muchos imperios y con ellos, a la conformación de nuevos países, pero en el camino se crearon culturas con cierta uniformidad, lenguas e idiomas comúnes, tradiciones y costumbres similares. Aunque siempre hubo elementos muy particulares de las comunidades locales, dudo mucho que se les pueda llamar originales, porque la historia de la humanidad ha sido la historia de las migraciones.

Algunas de esas manifestaciones locales crearon folklores específicos, que sin embargo, se unificaban por elementos identitarios que rebasaban la frontera más cercana.

Hay quien considera que fueron las revoluciones burguesas las que dieron lugar a los nacionalismos; o sea, que al crear Estados-nación instalaron valores que superaban a las comunidades, subordinándolas a un ente nacional que reclamaba disciplina, lealtad y sumisión. Los nuevos proyectos imperialistas pensaron que podrían reproducir el mismo modelo creando un Estado supra nacional. Los nazis creyeron que lograrían integrar a todo Europa alrededor de los valores racistas de una raza superior y pura, pero para lograr la sumisión crearon una estrategia de exterminio que asesinó a más de 11 millones de personas. Pero el terror de Estado fue incapaz de borrar los elementos culturales locales y al fin de la guerra, muchos países se recompusieron.

Antes de los nazis, los soviéticos pensaron que su revolución lograría crear a un hombre nuevo, que la integración de los países dominados por los zares, en un imperio dominado por una nueva clase social de cuadros del partido, bajo una ideología igualitarista, lograría borrar las fronteras. En el camino crearon un estado policíaco, campos de concentración, hambrunas y procesos de limpieza étnica donde asesinaron a una cifra que puede acercarse a los 20 millones.

Cuando se derrumbó la URSS, con ella desapareció esa idea del hombre nuevo y muchos de los países integrados forzosamente buscaron ávidamente su libertad y recuperar sus viejas identidades. Ahí está el caso de la desintegración de Yugoeslavia, Checoslovaquia, y las crisis que hoy se viven en Ucrania frente a los intentos imperiales de Vladimir Putin.

La pregunta es por qué después de décadas y con gente que no conoció el viejo régimen, la gente voltea a la historia y recupera sus creencias, costumbres, tradiciones y expresiones, inclusive regresa a las religiones; el caso soviético es interesante, porque después de seis décadas de ateísmo de Estado, las iglesias se ven vivas.

México ha tenido relativamente pocos movimientos separatistas, aunque hay voces por ahí que sugieren el deseo de separarse del país. Chiapas se fue a Guatemala; en el Soconusco permanece el deseo de separarse y en el norte, cada tanto surge por ahí alguna voz que llama a la independencia, aunque no tienen mucho eco, tal vez porque son ocurrencias que no se sustentan en ninguna cultura local muy precisa.

El deseo de recomponer un orden viejo va mucho más allá de copiar la experiencia de otro grupo. Las fuerzas, similitudes y diferencias entre Inglaterra y Escocia difieren mucho de las españolas, y sin duda de las europeas y asiáticas.

Debemos esperar dinamismo geográfico para el futuro; las fronteras seguirán cambiando, en algunos casos con guerras sangrientas, en otras con consultas populares. Me pregunto si con la gran migración de mexicanos a Estados Unidos, estaremos cerca de la creación de algún país nuevo; tal vez se cumpla el viejo sueño chicano de crear Aztlán.

 

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