De Tlatelolco a Tlatlaya
Lupita Rodríguez Martínez

A la memoria de Raúl Álvarez Garín
Dirigente estudiantil del 68

Monterrey.- Las luchas por las libertades democráticas, las jóvenes vidas cegadas y la sangre inocente derramada en Tlatelolco, un 2 de octubre de 1968, no se olvidan. Apenas el fin de semana pasado, las reminiscencias del movimiento estudiantil del 68 volvieron a resurgir con el estallamiento de un conflicto en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), en donde la movilización y los bloqueos de miles de académicos, trabajadores y alumnos evitaron la imposición de reformas a su reglamento interno.

A diferencia de hace 46 años, esta vez el gobierno federal optó por facilitar la vía del diálogo y la negociación entre las partes, pero forzando a los directivos a consultar las reformas con la comunidad politécnica, difiriendo las modificaciones reglamentarias hasta pasadas las elecciones del 2015.

Desafortunadamente las reminiscencias de la matanza estudiantil de Tlatelolco, también despertaron por la revelación periodística de que 22 presuntos jóvenes delincuentes abatidos por militares en una bodega del municipio de Tlatlaya, Estado de México, fueron en realidad ejecutados luego de rendirse tras un breve enfrentamiento el pasado 30 de junio.

No demeritamos la iniciativa de las fuerzas armadas por esclarecer los hechos y deslindar responsabilidades en el caso Tlatlaya, ya que la Sedena ordenó la detención de varios militares y los puso a disposición de la Procuraduría General de la República para integrar la averiguación en curso.

Si tal proceso legal se hubiera llevado a cabo tras la masacre del 2 de octubre, no seguiría abierta la fisura política y moral que se abrió entre sociedad y gobierno. Desde Tlatelolco proviene el clamor histórico de las grandes mayorías de la sociedad para combatir las injusticias y erradicar la impunidad del gobierno, tal y como hoy reclaman las familias de Tlatlaya.

Similar a lo que pasa hoy en el IPN y en Tlatlaya, en verano de 1968 la agitación estudiantil se topó con el nerviosismo del gobierno, el cual estaba más preocupado por los Juegos Olímpicos y por dar una imagen de México como país desarrollado frente a los demás países del orbe.

Días antes de las olimpiadas, los mandos militares recibieron la orden de acordonar un mitin estudiantil que se llevaría a cabo la tarde del 2 de octubre en la Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco. La versión oficialista refiere que hubo disparos contra los soldados, por lo que éstos respondieron.

Desde ese día hasta la fecha no se sabe cuántos cayeron muertos por las balas del Ejército: ¿50, 100, más?

En aquel 68, los estudiantes aprendieron a superar miedos y temores, pues sabían que el presidente Gustavo Díaz Ordaz era de “mano dura”. La toma militar de Ciudad Universitaria, así como las balaceras en el Politécnico, el ‘bazucazo’ a la puerta de la Preparatoria de la UNAM y una variedad de violentos actos de represión, así lo confirmaban.

Incluso, Díaz Ordaz declaró que “en todo joven hay una materia esencialmente limpia, generosa e idealistas”, pero que los sentía siempre inquietos, revoltosos y desordenados por naturaleza. Refirió que los imaginaba piezas de fácil manipulación para “los agitadores venidos de fuera”. Para su lógica, pensar en jóvenes era hablar de conflictos y, por lo tanto, de policías. Por ello, tras la cruel masacre, Díaz Ordaz exigió sumisión y pleitesía, porque según él nos había salvado de la subversión comunista.

En aquellos días la prensa oficiosa se volvió abiertamente oficialista. La prensa no solamente no usaba su libertad de informar, sino que la ponía a disposición del grupo en el poder. Cualquier semejanza con lo que ahora acontece en nuestro país… es pura coincidencia.

Este jueves 2 de octubre es día de volver a ganar las calles de Monterrey y participar en la marcha luctuosa por los mártires de Tlatelolco, marcha que arrancará a partir de las 5 de la tarde, desde Juárez y Madero, para desembocar con un mitin en la Explanada de los Héroes de la Gran Plaza.

¡2 de Octubre… No se Olvida!