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1678 1 Octubre 2014

 

 

El libro de la musa
Eligio Coronado

Monterrey.- Las musas son esos seres fantásticos a los que atribuimos nuestros textos y, a veces, nuestras obras completas, pero hasta ahora nadie ha dicho: “Todo se lo debo a mi musa”. Tal vez por eso, en un acto de estricta justicia, Fernando Elizondo les ha dedicado toda una plaquette: El libro de la musa.*

En ella nos revela que “Quien no tiene musa la ansía y la desea; y quienes la tienen, aunque deben soportar sus exigencias y extravagancias, también.” (“Prólogo”, p. 7.)

Fernando (Monterrey, N.L., 1954) sobrelleva esta relación con estoicismo, aunque a veces se rebela: “Musa caprichosa, / que te crees indispensable / ¡Mírame escribir solito!” (p. 17), pero en el mismo poema se arrepiente temeroso: “Musa preciosa, perdón / Vuelve a mí / Sin ti no sería yo” (ídem.).
La labor incitadora (o excitadora) de textos o generadora de ideas de estos seres es invaluable e impagable, pero ya están tomando medidas legales: “Para Mary: musa que ha entablado una demanda por pago de derechos de inspiración.” (p. 9.)

A lo cual, Fernando reacciona conciliador: “prefiero ser tu compañero / y al vivir contigo, sentir cada día / la certeza de que la vida / no solo vale la pena / sino que contigo es mejor.” (p. 25.)

Fernando nos proporciona, de paso, todo el cuadro psicológico de su musa particular: hostigosa, creadora, extravagante, destructiva, intuitiva, recriminadora, exigente, sacrificada, encandiladora, indiscreta,  sensual, cínica y otras lindezas.

Sorprende gratamente el poema “El tiempo no atmosférico” (p. 13-16) porque permite dos formas de lectura y podrían ser tres. ¿Cómo se logra esto? Mediante el procedimiento  de encerrar entre paréntesis el verbo “ser” y la conjunción “que”. Veamos una estrofa: “El tiempo, / (es) / como / Tormenta de arena (que) obliga / a no mirarla / mientras pasa.” (p. 15.)

La primera lectura se produce omitiendo los paréntesis: “El tiempo, / es / como / Tormenta de arena que obliga / a no mirarla / mientras pasa” (p. 15). La segunda lectura se da al ignorar los paréntesis  (y al verbo y a la conjunción encerrados en ellos): “El tiempo, / como / Tormenta de arena obliga / a no mirarla / mientras pasa.” (p. 15.)

La tercera lectura no la proporciona el autor, pero se intuye fácilmente. Se logra omitiendo el verbo “ser” y el adverbio “como”, pero  restituyendo la conjunción “que”: “El tiempo, / Tormenta de arena que obliga / a no mirarla / mientras pasa.” (p. 15.)

Son pocos los poemas que se pueden desmontar para leerlos de varias formas. ¿De quién es el mérito? ¿De Fernando o de su musa? Si es de Fernando, ¿lo habrá escrito a espaldas de su musa o con su anuencia? Y si el mérito es de su musa, entonces, ¿de quién es la autoría?

* Fernando J. Elizondo Garza. El libro de la musa V.0.0. La Habana, Cuba: Vistalmar Editores, 2014. 25 pp. (Colec. Plaquettes.)

 

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