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1717 25 Noviembre 2014

 

 

¡Ni una más!
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Este 25 de noviembre, como cada año, es un día dedicado a eliminar la violencia contra las mujeres en todo el mundo.

Para saber de qué se trata esta jornada mundial de lucha por las mujeres, resulta básico recordar que desde 1993 la Asamblea General de la ONU definió la violencia contra las mujeres como: “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer”.

En esta definición se incluyó como actos de violencia, “las amenazas, la coacción y la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Asimismo, se agregó la condena contra la discriminación, hecha por la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

Dicha condena es relativa a “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo, que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de la mujer, independientemente de su estado civil, con base en la igualdad del hombre y la mujer, en los derechos humanos y en las libertades fundamentales dentro de las esferas política, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.

Cabe señalar que en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing, en 1995, se determinó que una de las esferas de especial preocupación es la violencia contra las mujeres, misma que impide el logro de los objetivos de igualdad, desarrollo y paz.

Además, la violencia contra las mujeres viola, menoscaba o impide el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales, por lo cual el Estado tiene la obligación de proteger y promover tales derechos y todas las otras libertades de las mujeres.

Con base en estas definiciones cada país fue legislando en la materia y cumpliendo con la obligación de contar con su propio marco normativo para que las mujeres pudieran acceder a una vida libre de violencia, ley que en México se promulgó en 1997 y en Nuevo León en 1999.

Lamentablemente por la ola de la violencia que se desató contra las mujeres a partir de la guerra contra el narcotráfico, nuestro país tuvo que acatar una recomendación de la CEDAW para enmendar el Código Penal, con el fin de tipificar el feminicidio como delito.

Del 2006 a la fecha todas las legislaturas estatales tipificaron la figura penal del feminicidio, buscando garantizar una adecuada prevención, investigación, persecución y sanción de este delito.

Para tipificar el feminicidio cada Legislatura estableció definiciones variables y diversas penalidades. Al respecto, en Nuevo León este delito se comete “cuando la víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo; se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia; existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar; haya existido entre el sujeto activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza”.

Lo cuestionable es que desde mayo del 2013, cuando entró en vigor el feminicidio, se han cometido 58 asesinatos de mujeres y la Procuraduría General de Justicia del Estado no ha podido probar este delito para agravar la pena contra el agresor, salvo en un caso que está siendo procesado por el Juez, pero cuya sentencia todavía se desconoce.

De acuerdo con la Fundación Arthemisas por la Equidad, los 58 casos homicidios presentaron, por lo general, todas las circunstancias que contempla el Código Penal, por lo cual llama la atención que la Procuraduría estatal haya acusado y consignado por feminicidio a tan solo un agresor.

El dato grave es que durante el sexenio de Natividad González Parás hubo 139 asesinadas y en cinco años de Rodrigo Medina de la Cruz ya van 594, siendo el 67 por ciento de dichos homicidios imputados al crimen organizado.

Por todo ello, resulta terrible que en Nuevo León la proclama de “¡Ni una más!” sea en realidad de “¡muchas muertas más!” y que en el país la barbarie de las matanzas y desapariciones sólo sirva para achacarle los homicidios al crimen organizado y para… ¡enterrar los casos!

 

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