Decisiones políticas
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- “La decisión de Sophie” (1979), es una novela que puede simbolizar la toma de decisiones de un gobernante. Los políticos no eligen constantemente ente disyuntivas como la protagonista de la obra de William Styron, pero en algo se asemejan: no se trata de decidir siempre entre el bien y el mal (elección moral), sino de escoger el menor de dos males.

En la novela de Styron una madre polaca católica, presa en Auschwitz, es obligada por los nazis a decidir a cuál de sus dos pequeños hijos (niño y niña) dejarán vivo: al otro lo matarán. Si la madre no se decide por ninguno de los dos, asesinarán a ambos. La peor decisión consistiría en no decidir nada. Desde el plano ético, lo correcto hubiera sido que la madre no tomara partido. Aunque en términos de eficacia, salvar la vida de un ser querido bastaría para legitimar cualquier decisión. ¿Por cuál opción optaría usted?

Así de brutal es el arte de gobernar. Por algo los clérigos son malos gobernantes: no todas las decisiones se basan en la moral. La gobernabilidad se apoya más en la eficacia que en la ética. La mayor preocupación de un estadista no consiste en buscar la posteridad, ni convencer periodistas sino en tomar decisiones acertadas: de los males el menor. Ahí está el quid de la gestión pública de alta escuela.

Quien encabeza un gobierno respalda sus decisiones con un gabinete que actúa a partir de la ley de compensación: si el gobernante es neófito, se apoyará con un equipo de expertos; si es un intuitivo, se respaldará con un grupo de programáticos.

En la novela de Styron, la madre judía decide salvar la vida de su hijo y condenar a la muerte a su hija, en el entendido de que siendo el varón de complexión más fuerte, podría sobrevivir a los embates de la guerra mundial y huir a Estados Unidos. No se sabe si a la postre su decisión fue eficaz: su hija murió asfixiada en los hornos nazis y de su hijo no volvió a saber jamás.