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1759 22 Enero 2015

 

 

TRANSICIONES
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Víctor Alejandro Espinoza



Tijuana.- Según una nota del portal de la BBC titulada: “Qué países de América Latina son los más y los menos democráticos”, que refiere a una investigación solicitada por este medio a The Economist Intelligence Unit, México pertenece a los país de democracia imperfecta.

Aunque el trabajo abarca 165 países, el informe hace hincapié en nuestra región. Se presentan cuatro categorías: “democracias plenas”, “democracias imperfectas”, “modelos híbridos” y “regímenes autoritarios”. Para la clasificación se utilizó un índice que va de 0 a 10.

A México se le asignó una calificación de 6.68. “Esta categoría abarca aquellos estados que, según el estudio, tienen elecciones libres y justas, libertades civiles básicas respetadas, pero presentan debilidades en otros aspectos como gobernabilidad, bajos niveles de participación y una cultura política poco desarrollada”. Con ser bastante magnánimos en su apreciación de las “libertades civiles”, me parece que la visión general es útil para tratar de entender el momento por el que atravesamos.

Hay una opinión negativa muy extendida, por no decir generalizada, acerca de la clase política en general y de los partidos políticos en lo particular. No recuerdo un momento semejante cuando las críticas de la población hubieran llegado a los niveles actuales. El descrédito sigue creciendo y uno se pregunta por qué los señalados no hacen nada para mejorar su imagen y más bien se empecinan en empeorarla. Y hay algunos funcionarios que abonan al escándalo, por ejemplo, los gobernadores de Puebla y de Chiapas, Rafael Moreno Valle y Manuel Velasco. Pero la lista pudiera ser interminable. La corrupción como una forma de vida que acompaña a la clase política ha generado hartazgo.

Sin embargo, me temo que los políticos y los partidos políticos mexicanos no han surgido por “generación espontánea”. Son producto de una ciudadanía de bajo perfil que empieza a desperezarse. “Baja participación” y “cultura política poco desarrollada”, son ingredientes para que florezca una clase política propensa a la corrupción y sin límites. La ausencia de controles sociales y de rendición de cuentas, propició excesos que hoy se socializan. El conocimiento de la degradación de la vida pública se debe en mucho al crecimiento de las “redes sociales”; quizá la gran diferencia con el pasado es que antes el control de la información impedía que la mayoría se enterara de lo que pasaba; hoy resulta imposible. Las redes sociales nos transmiten al instante lo que sucede. Los actos vergonzosos de los políticos ya no pasan desapercibidos.

En estos días se escuchan voces que llaman a no votar el próximo 7 de junio. Me parece que conforme avancemos en el calendario, los llamados abstencionistas se multiplicarán, como sucedió en las anteriores elecciones intermedias de 2009. Comprendo pero no comparto esta visión; más allá de la protesta, las cosas quedarían igual o peor. En un contexto de poca participación electoral, los que ganen serían aquellos que cuenten con el voto duro, capaces de movilizar a sus votantes cautivos. Así sea con un sufragio, se conformaría la nueva Cámara de diputados y gobiernos locales en 17 entidades. Los compromisos de los nuevos gobernantes se harían con una escasa población que participó; eso no abona a la consolidación de nuestra vilipendiada democracia.

Los partidos políticos deben entender que la responsabilidad principal de lo que está sucediendo tiene que ver con los procesos de selección de sus abanderados. El mensaje que están enviando es que su único móvil es ganar la elección; por ello postulan candidatos sin perfiles apropiados. Eso tiene muy molesta a la población.

La brecha entre ciudadanos y representantes sigue creciendo y amenaza los procesos electorales; lo único con lo que al parecer contamos a la hora de valorar los activos democráticos.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
victorae@colef.mx
@victorespinoza_

 

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