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1783 25 Febrero 2015

 

 

¿De verdad somos estúpidos los usuarios de Internet?
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Nicholas Carr causó furor en el mundo intelectual cuando publicó en el año 2010 Superficiales: Qué está haciendo Internet con nuestras mentes. La obra llegó a ser best seller global y se convirtió en el libro de cabecera de muchos escépticos de las redes sociales.

Conocedor de las motivaciones de quienes somos usuarios de Google (a quienes denomina wikicratas), nos calificó de estúpidos, de sufrir de déficit de atención, de no profundizar en nada y de carecer de auténticos lazos afectivos.

Dado que el libro de Carr llegó a ser nominado para el Premio Pulitzer en 2011, sus argumentos nos dieron qué pensar. De pronto nos metimos en un debate que nadie, a estas alturas, supone válido. ¿De verdad los seguidores de las redes sociales somos tan estúpidos? Muchos lo son con o sin Wikipedia. Muchos no lo son, aunque se pasen el día metidos en Instagram. Lo cierto es que aunque el mono se vista de seda, mono se queda.  

Luego, en 2013, el periodista canadiense Clive Thompson publicó Smarter Than You Thing (2013), un libro menos popular pero igualmente severo sobre Internet. Orgulloso de su tesis, el autor afirma que no le apasiona Google, ni se pasa las 24 horas del día en Facebook, ni en Twitter ¿Por qué? Porque le dispersa su atención. O sea que Thompson nos quiso dar la puntilla tras la estocada mal puesta de Carr.  

La verdad es que, al contrario a la opinión de los detractores de Internet, las redes sociales mejoran nuestra memoria, el pensamiento deja de ser privado para tornarse público, utilizamos nuevos formatos para comunicarnos además del texto, como videos, mutimedia, etcétera. Y finalmente nos filtra para bien todo tipo de información.

El único problema para el usuario de Internet sería dónde buscar un dato determinado en la actual abundancia de información. El problema (si es que existe alguno), es de saturación, no de déficit de atención. Y ese fenómeno ya tiene nombre: infoxicación.

Así que, aunque no lo acepten intelectuales de la talla de Nicholas Carr y Clive Thompson, como tampoco lo creen celebridades literarias como Fernando Savater o Mario Vargas Llosa, Internet vuelve estúpida a la gente sólo si no participa en él.

O tan estúpidos seríamos los usuarios de redes sociales como pudieran serlo los usuarios del teléfono o del sistema telegráfico, medios de comunicación social de los que, sin duda, se han valido más de una vez Fernando Savater, Vargas Llosa, o el lector del presente artículo.  

 

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