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1786 2 Marzo 2015

 

 

Alter ego, II
Ernesto Hernández Norzagaray

 

Mazatlán.- También usted puede darse una ayudadita, nunca está de más, en este camino lleno de riesgos hay que seguir el principio bíblico de “Ayúdate que yo te ayudare”.

Así lo han hecho los grandes estadistas y por ello que lo fueron o lo son. Nadie está por encima del estatus de ese hombre o mujer con sentido de futuro. Sacrifique, sacrifique, lo que ya no le sirva y seguro va a retomar la iniciativa que tanto le gusta a los gobernados. La gente quiere circo, maroma y teatro. Carne fresca en el ruedo.

Recuérdese del maestro Elías Canetti, cuando escribió en Masa y poder, sobre los estímulos que necesita la masa para aglutinarse en torno al líder. La fuerza, la pasión, el fuego.

Imagínese si usted sacrifica a su socio del alma, el doctor Luis Videgaray, va a ser duro, durísimo, después de tantos años juntos en acciones de gobierno, pero qué contentos se pondrán muchos contribuyentes/electores que se sentirán que se les hizo justicia. Aunque el sacrificio de su fiel amigo nunca signifique ni un paso atrás en materia de recaudación fiscal. Que se chinguen. No tiene por qué tirar el agua sucia con todo y el niño.

Imagínese también si despide al licenciado Osorio Chong, lo felices que se pondrán quienes hablan de ausencia de gobierno, de falta de operación política y de descontrol en la política interna. Eso sí, nunca se lo van reconocer, porque son mezquinos, o le van a reconocer en silencio su arresto de buen estadista.

Imagínese además que separa del cargo y manda a descansar al licenciado  Jesús Murillo Karam, el primer agradecido va a ser él, porque la verdad sí se le ve cansado, si no, vea sus ojeras, parecen las colinas agrestes del norte de Sonora. Le dará el gusto a toda la gente de dentro y fuera del país que apoya  a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos –¡ups!, que están muertos–; ellos, al ver caer la cabeza de Murillo Karam, dirán que al fin se empieza a hacer justicia. Y eso gana ocho columnas y mejora los resultados de las encuestas demoscópicas.

Imagínese que separe a David López de la oficina de Comunicación de la Presidencia de la República, sería para usted durísimo luego de tantos años de colaboración, pero le está ocasionado muchos problemas por no saber comunicar lo bueno que se ha hecho en este gobierno. Que no es poco. Usted mismo se lo va a agradecer y vaya que sí. Se podrá hacer otro tipo de comunicación. más de fondo, con ideas y menos dinero.

O de plano imagínese, si vota a Aurelio Nuño, a su jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, que sin tener la madurez, la experiencia y el colmillo de los otros, le está causando muchos problemas de imagen, porque ya se siente presidenciable y está en pugna con otros equipos del gabinete.

Está bien, ya me imaginé sus recomendaciones y supongamos que ya hice caso y los bajé del gabinete; ahora, ¿a quién poner?, pregunta desesperado el Presidente al alter ego. A cualquiera de sus confianzas. Es más, que sean personas que den confianza también a la sociedad. Que sean preferentemente de fuera del equipo de gobierno. Y le permitan renovar en los hechos los mensajes políticos.

La cuestión, entiéndalo de una vez, no es de nombres, sino de políticas.

¿Cómo es eso? Debe orientar sus esfuerzos a revisar lo hecho bien y mal hasta el día de hoy. Sincerarse. Bien lo decía un viejo priista: cuando los problemas son políticos las soluciones deben ser políticas; y cuando los problemas son económicos, las soluciones deben ser económicas. ¿Y cuando los problemas son mixtos?, interroga angustiado el Presidente a su Alter Ego; las soluciones son radicales, sin consideración alguna.

Tiene mucho de dónde echar mano; para empezar, asesórese con el ex presidente Salinas, quien se las sabe de todas, todas; sin ánimo de ofenderlo, a usted le falta una pizca de la malicia de ese prohombre de la modernización y de su asesor estrella: Joseph Córdova. Afirme las reformas y dé palo a algunos de sus aliados políticos, que puros problemas causan y exaltan la mala imagen del gobierno de México.

¿Qué le parece si detiene a Carlos Romero Deschamps y lo refunde en Almoloya? Imagínese las ocho columnas. Nadie, le aseguro, lo va a defender. Qué le parece Humberto Moreira, el ex gobernador de Coahuila, que sería un buen chivo expiatorio para dar una lección a los gobernadores gastadores que tienen irritados a sus gobernados. A Ángel Aguirre, que se puso de pechito para ser investigado. Tómele la palabra. Cobre impuestos a los deudores fiscales y meta a la cárcel a unos cuantos de los grandes acreedores de la hacienda pública.

Dé marcha atrás en algunas medidas lesivas para la población y verá cómo lo querrán los que hoy lo critican. Que la lucha contra la corrupción vaya en serio y empiece por usted mismo. Sacrifique la Casa Blanca y dónela a una institución de beneficencia pública, o mejor, que se convierta en la sede de la oficina anticorrupción. Que son disparatadas y riesgosas algunas de estas medidas, claro que lo son, pero lo peor es que se paralice y se le note que no haya que hacer con el cargo. Eso nunca le debe suceder a usted Presidente.

Usted, le repito, es un estadista que lo demostró con las reformas estructurales y no va a perder su pase a la historia en un bache del que tiene que salir con los brazos en alto. Como el ahora triple Óscar (González Iñárritu) que ya dijo que reza por el gobierno que los mexicanos merecemos. Tome la palabra.
Sacrifique, Presidente, sacrifique.

 

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