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1787 3 Marzo 2015

 

 

Esclavas modernas
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Se aproxima el 8 de marzo, la fecha dedicada por la ONU para conmemorar el Día Internacional de la Mujer; es decir, la lucha de las mujeres en busca de que se reconozca la equidad de género en el mundo y su libre participación en todos los ámbitos de la vida humana.

Los antecedentes directos de este día de lucha datan de la Revolución Industrial en el Siglo XIX, fenómeno socioeconómico que propició el crecimiento y la explotación de la mano de obra no sólo de hombres, sino también de mujeres y de la población infantil.

Durante esa época el trabajo femenino en el mercado laboral fue cada vez en aumento en países industrializados como Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, Francia, Bélgica y Rusia, pero sin que se les reconociera ningún derecho, pues eran discriminadas al ser sometidas a extenuantes jornadas de trabajo y al recibir menor paga que los hombres.

Tales condiciones detonaron el inicio de la lucha organizada de las propias mujeres en busca combatir la explotación y las injusticias que sufría la clase obrera femenil. Por eso, nunca debemos olvidar la historia de Clara Zetkin, mujer alemana e incansable luchadora por los derechos femeninos, quien en 1910 propuso crear el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, para recordar el trágico asesinato de las huelguistas camiseras en una fábrica textil de Nueva York y para defender sus demandas laborales.

A lo largo de más de cien años, la lucha por el derecho a trabajar con jornadas laborales dignas y salarios remuneradores se amplió a la lucha por el sufragio femenino y otros derechos políticos, los cuales en nuestro país se incorporaron lenta y tardíamente, a pesar de que en la Constitución de 1917 se concedieron los mismos derechos al hombre y a la mujer.

Por ello, a todas las mujeres mexicanas y, sobre todo, a las autoridades competentes, deben convocarnos a la lucha los resultados revelados por la Fundación Walk Free, organización de derechos humanos con sede en Australia, que en noviembre del año pasado dio a conocer que México es el líder en América Latina en materia de esclavitud moderna.

De acuerdo con los resultados del Índice Mundial de Esclavitud, elaborado con base en las investigaciones de la Fundación Walk Free, cuya misión es poner fin a la esclavitud moderna, en nuestro país cerca de 270 mil personas son sometidas a trabajos forzados, explotación sexual, violencia física, retención salarial, servidumbre por deudas fraudulentas, limitación de movimiento y matrimonio servil o forzado.

Aunque las víctimas de la esclavitud moderna en México están siendo personas migrantes de países de Centro y Sudamérica, principalmente, son las mujeres campesinas e indígenas, así como las niñas y los niños, los grupos más vulnerables de esta criminal explotación laboral.

Debemos tener en cuenta que, según estimaciones de la misma Fundación Walk Free, el 70 por ciento de los casos de esclavitud moderna en México están relacionados directamente con las bandas del crimen organizado, particularmente con los grupos tratantes de “blancas”.

Lo indignante y vergonzoso es que, en gran medida, por la paciente y creciente complicidad de las autoridades municipales, estatales y federales, las organizaciones delictivas todavía sigan, impunemente, cometiendo secuestros con fines de trabajo forzado y de prostitución.

Pero, más grave aún es que la acción gubernamental para atacar el fenómeno de la esclavitud moderna sea una respuesta carente de suficientes servicios de apoyo para las víctimas y, todavía peor, que existan disposiciones de ley que criminalizan a las víctimas exponiéndolas a la deportación o un mayor grado de explotación laboral.

Así tenemos pues, que por la violencia armada, los secuestros y la trata de personas, junto con la débil aplicación de las leyes, nuestro país ocupa el deshonroso primer lugar en el ranking de países de América Latina con mayor número de personas en situación de esclavitud moderna, sin dejar de señalar que en el ranking mundial México ocupa el lugar número 18.

Frente a las terribles e inhumanas formas de moderna esclavitud, las nuevoleonesas debemos mantener ondeando las banderas de lucha contra todos los tipos de explotación laboral y discriminación de la mujer, así como seguir luchando a favor del pleno respeto a sus derechos humanos.

 

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