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1787 3 Marzo 2015

 

 

Un duranguense disputa la alcaldía de Chicago
Raúl Ross Pineda y Dante Gómez

 

Chicago.- Cada cuatro años Chicago elige su Mayor, máxima autoridad municipal equivalente al alcalde o presidente municipal en México. El actual alcalde, Rahm Emanuel, fue electo sin contratiempos en 2011, con 55 por ciento de la votación, sin opositor fuerte alguno. Sin embargo, este año se le complicó la reelección por la fuerza que adquirió la candidatura de Jesús Chuy García.

Chuy nació en Tepehuanes, Durango, en 1956. A los 10 años de edad su familia lo trajo a Estados Unidos; su papá fue uno de los trabajadores agrícolas que habían llegado con el programa bracero. En los 80 fue parte del movimiento local que, junto a la defensa de los derechos de los migrantes, enarboló la lucha por el derecho a la representación política de los latinos en los órganos de gobierno de la ciudad (que todavía no tenían en aquellos años). Éste se empalmó en el tiempo con un movimiento electoral independiente para elegir a quien sería el primer alcalde afroamericano de una ciudad donde el gobierno siempre había estado en manos de blancos y que se ejercía discriminando a las minorías raciales, principalmente latinas y afroamericanas. Chuy también fue parte de este movimiento impulsado por una coalición mayormente afrolatina. En la elección de 1983, Harold Washington se convirtió en el primer alcalde afroamericano de la ciudad, y Chuy fue funcionario de su administración, de 1984 a 1986.

En 1986, Chuy compitió en elecciones especiales por un puesto de concejal y ganó. Éste es un cargo equivalente al regidor en México, pero con mucho más poder en el distrito en el que se eligen. Fue reelecto para el mismo cargo en 1987 y 1991, y en 1992 ganó su primera campaña para el cargo de senador estatal, convirtiéndose en el primer legislador de origen latino en Illinois.

Chuy ha sido independiente de la maquinaria del Partido Demócrata durante toda su carrera política. La maquinaria es una expresión usada para referirse al aparato regular de este partido que financia y da su bendición a los candidatos oficiales, en contraposición a los candidatos y grupos independientes que aunque actúan fuera de él, ganan su derecho a competir electoralmente bajo su sigla. En 1998, el entonces alcalde Richard Daley y la maquinaria demócrata lanzaron una campaña para castigar la independencia de Chuy, haciéndolo perder su puesto en el Senado.

Chuy se retiró de la política y se ocupó en dirigir una organización de desarrollo comunitario en La Villita, el principal barrio mexicano de la ciudad, hasta que regresó, en 2010, para competir por el cargo de comisionado del condado de Cook, del que Chicago forma parte. El condado es una estructura administrativa intermedia que se encuentra entre el municipio y el estado, y ahí las decisiones se toman por un cuerpo de comisionados. Chuy ganó ese cargo, al que fue reelecto sin oposición en 2014.

Ser independiente en una ciudad tradicionalmente controlada por la pesada maquinaria demócrata tiene sus costos y acota mucho el espacio político en que alguien se puede mover. Sin embargo, la carrera política de Chuy ha sido exitosa seguramente por su honestidad, decencia y sencillez personal; por su récord limpio como funcionario público, y por su activismo a favor de las causas no sólo de los migrantes y de los latinos sino de todos los movimientos progresistas de la ciudad, que le ha generado aliados en los más diversos sectores sociales de la ciudad.

Pero ganar elecciones distritales es un logro de ligas menores en comparación con las de nivel municipal. Antes de la elección del 24 de febrero pasado, con un 20 por ciento en el que lo colocaban las encuestas Chuy no parecía estar listo para entrar a jugar en las ligas mayores de la ciudad, como tampoco parecía tan vulnerable el actual alcalde, quien gozaba de una holgada predicción de cerca del 50 por ciento de preferencias electorales. Por eso sorprendió su resultado.

Para la elección pasada casi nadie puso en duda que Emanuel sacaría más votos que cualquier otro candidato que se presentara; pero el problema para él no era simplemente sacar más que los demás, sino ganar la elección con 50 por ciento más uno, como lo marca la ley. Sin embargo, sólo pudo alcanzar 45.4 por ciento; le siguieron: Chuy con 33.8, Willie Wilson con 10.6, Robert W. Bob Fiorettiy con 7.4 y William Dock Walls III con 2.8. Este resultado forzó, por primera vez en la historia de Chicago, a una segunda vuelta entre los dos punteros, que continuarán su campaña hasta la nueva elección, el próximo 7 de abril.

Los principales factores que afectarán el resultado del 7 de abril serán muy probablemente: el dinero, las alianzas políticas y la preferencia que finalmente expresarán los electores de los distritos afroamericanos y los que no salieron a votar el 24 de febrero.

En términos de dinero Chuy está definitivamente perdido. Emanuel es el favorito de la oligarquía local que se ha beneficiado de sus políticas, lo cual se ha traducido en donaciones millonarias a su campaña, que su oponente ni remotamente podrá igualar ni siquiera al diez por uno. El dinero hace una gran diferencia en la presencia que se pueda alcanzar en la televisión y en la cantidad de operadores de campaña y promotores del voto que se puedan pagar.

En la pasada elección no todos los actores políticos de la ciudad tomaron partido. Habiendo roto la imagen de invencibilidad que proyectaba Emanuel, Chuy podría atraer nuevos aliados, pero el mapa de alianzas y lealtades locales es bastante intrincado y algunos seguirán prefiriendo la comodidad de no tomar partido para no equivocarse apoyando al candidato perdedor. En esta elección, por ejemplo, la mayoría de los legisladores con electorados latinos (como el congresista Luis Gutiérrez y dos de los concejales mexicanos de los barrios mexicanos) se la jugaron con Emanuel y a pesar de ello sus electores votaron por Chuy. De igual manera, el respaldo del presidente Barak Obama a Emanuel no hizo que la mayoría de sus electores votaran por su candidato.

En la pasada elección, Emanuel mostró su fortaleza entre los electores del centro de la ciudad y de los vecindarios de gente blanca pudiente, mientras que Chuy tuvo su principal apoyo en los barrios proletarios latinos. Si esta tendencia se mantiene, entonces el voto decisorio sería el de los afroamericanos. Emanuel obtuvo en la pasada elección la mayoría relativa de estos votantes, pero no logró la mayoría absoluta, principalmente por la participación de los dos candidatos afroamericanos (Wilson y Walls). Habiendo quedado fuera de la contienda estos candidatos, la incógnita es si este electorado se alejará de la elección o mantendrá sus votos anti Emanuel beneficiando a Chuy.

La participación popular en las pasadas elecciones fue una de las más bajas de la historia de Chicago: 33 por ciento. Pero esto podría cambiar por la influencia de dos factores: Uno, la elección anterior fue en invierno, pero la próxima será en plena primavera, por lo cual se podría esperar que un clima más benigno favoreciera una mayor asistencia a las urnas. Dos, la candidatura de Chuy ha convertido esta elección, que parecía de mero trámite, en una disputa real por los destinos de la ciudad. Esto presenta a los electores el atractivo de que con su voto estarán decidiendo algo realmente importante. Aquí el problema es que no se puede predecir qué candidato preferirán los electores adicionales.

Finalmente, contará el desempeño y la imagen que proyecten los candidatos en los tres debates públicos que acordaron sostener antes del 7 de abril. Emanuel es bastante acartonado, pero ambos candidatos son polemistas igualmente capaces.

Y aunque Rahm ya demostró su superioridad, las encuestas más recientes muestran que Chuy viene acortando la brecha que lo separa de la victoria (al momento de redactar este artículo estaba a sólo 4 puntos porcentuales de diferencia).

Al margen de cualquier desenlace, los mexicanos pueden sentirse orgullosos de que su paisano haya logrado la hazaña de haber llegado a donde ahora se encuentra, enfrentando a un candidato que ni con todo el poder de su investidura, el dinero de la oligarquía, la maquinaria del Partido Demócrata, el respaldo de las cuatro principales publicaciones de Chicago, del presidente Barak Obama, e incluso el glamour de las luminarias de Hollywood, lo haya podido sacar de la contienda.

Los factores que han permitido que estemos ante la posibilidad real de que un mexicano nacido en México llegue a ser el alcalde de Chicago, la tercera ciudad más poderosa de Estados Unidos, serán comentados en una entrega posterior.

* Raúl Ross Pineda es un activista radicado en Chicago, miembro de la Coalición por los Derechos Políticos de los Mexicanos en el Extranjero y autor de varios libros sobre el voto de los mexicanos en el extranjero. Dante Gómez es presidente de Casa Jalisco en Estados Unidos y fue cónsul de México para Asuntos Comunitarios en Chicago y en Nueva York.

 

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