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1797 17 Marzo 2015

 

 

Expropiación Petrolera (qepd)
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Con la contrarreforma energética ha quedado más que evidente que el gobierno federal pretende borrar la expropiación petrolera de la historia de México y volver a entregar los recursos naturales de la nación al mismo puñado de compañías petroleras de hace 77 años.

Para ello, a Pemex se le puso el nuevo sello de Empresa Productiva del Estado, que en realidad es el lapidario epitafio: que en paz descanse (qepd), pues con la privatización de Petróleos Mexicanos se busca enterrar la nacionalización de la industria petrolera. Acto de alta traición no solamente contra la paraestatal, sino contra el pueblo de México.

Nunca debemos olvidar que la expropiación es un acto de patriotismo del pueblo mexicano, como resultado del decreto presidencial del general Lázaro Cárdenas del Río, del 18 de marzo de 1938, para ejecutar la Ley de Expropiación del año de 1936 y del Artículo 27 de la Constitución Mexicana contra las compañías petroleras nacionales y extranjeras.

La expropiación consistió en nacionalizar maquinaria, instalaciones, edificios, refinerías, estaciones, embarcaciones, oleoductos y todos los bienes muebles e inmuebles de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila (subsidiaria de la Royal Dutch Shell), de la Compañía Naviera San Cristóbal, de la Compañía Naviera San Ricardo, de la Huasteca Petroleum Company (subsidiaria de Estándar Oil Company de New Jersey, que cambió su nombre por Amoco Corporation), de la Sinclair Pierce Oil Company, de la Mexican Sinclair Petroleum Corporation, de la Standford y Cía, de la Penn Mex Fuel Company, de la Richmond Petroleum Company, de la California Standard Oil Company of Mexico (hoy Chevron Corporation), de la Compañía Petrolera El Agwi, de la Compañía de Gas y Combustible Imperio, de la Consolidated Oil Company of Mexico, de las Compañías Mexicana de Vapores San Antonio, Sabalo Transportation Company, Clarita Sociedad Anónima y Cacalilao Sociedad Anónima, así como sus filiales o subsidiarias.

Todo lo anterior, bajo la promesa de pagarles la indemnización en diez años, ya que las compañías se habían rehusado a acatar la sentencia de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje a favor del pago de mejores salarios a los obreros, ratificada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Hoy, con el estrepitoso desplome del precio del petróleo y con la peor crisis de Pemex en su historia de casi ocho décadas, las mismas empresas petroleras extranjeras que fueron expropiadas en 1938, están más que voraces para recibir la entrega total de los hidrocarburos, así como de los recursos energéticos de la Comisión Federal de Electricidad.

Sucederá lo mismo que pasó con la privatización de los bancos: los capitales nacionales van a intervenir, van a hacerse de derechos, van a tener contratos bajo su dominio y van a terminar vendiendo al extranjero lo que lograron bajo la figura de compra, contrato o concesión.

Así será de ahora en adelante con las nuevas empresas petroleras y eléctricas, ya que entrarán al sistema de libre comercio, donde las inversiones extranjeras estarán protegidas por el Tratado de Libre Comercio y por la Unión de Libre Comercio, sin que haya posibilidad de controlarlas.

Será una situación totalmente violatoria y que nos deja indefensos en materia de seguridad energética, ya que todo el diseño de la contrarreforma constitucional y de las leyes secundarias está hecho para beneficio de las inversiones extranjera, pues es una regla de la oligarquía que la legislación nacional garantice sus intereses económicos.

Con el proceso de globalización, particularmente al recobrar fuerza la economía norteamericana, lo que buscan es garantizar su soberanía energética sin importarles la soberanía del resto de las naciones. Ejemplo de ello son las guerras en Irak, Afganistán y Libia, región en la que se encuentra 60 por ciento de las reservas de hidrocarburos en el mundo, motivo por el cual Estados Unidos ha invadido esos países o derrocado sus gobiernos.

Preocupa además que los pasivos financieros y laborales de Pemex los tengamos que pagar todos los mexicanos y que siga el robo a gran escala sin que pase nada, historias de corrupción e impunidad en las cuales el pueblo de México pierde todo y lo único que gana es más deuda de la que ya tiene.

Al cumplirse un año más de la expropiación petrolera, hoy se nos dice que con la “reforma estructural” se acabaron los gasolinazos y que en los próximos años vendrán millonarias inversiones en dólares ¿Usted les cree?

 

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