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1808 1 Abril 2015

 

 

Balada de la amante con whisky
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Las amantes de casados les gusta mentir y que les mientan. No se crea que por maldad o saña (que también); lo hacen para afirmarse la mentira que es la vida que llevan.

Fingen su edad, falsean sus horarios y rutinas; exageran las horas de pilates, ocultan cosas a su amante; meten en el closet al amor prohibido. Dicen que toman whisky pero añoran el ron.

Ella me confiesa en el sushi bar su ascenso social; comenzó sus éxitos cuando sorprendió a su primera pareja con otra. La engañó en su propia casa, sobre el colchón de su alcoba, tomando un whisky que les supo a lujuria, aunque nada más veían televisión. Desde entonces ella dice que toma whisky pero añora el ron.

Me cuenta sus relaciones sentimentales (es un decir) con docenas de amantes fortuitos. No por venganza sino por el gusto de saber a qué sabe la ambición. Le proveen la bolsa Louis Vuitton, aretes Carolina Herrera, reloj Cartier, mascada Hermes, la imagen de vampiresa que a veces se le chorrea junto con el tinte del cabello cuando llueve. Dice que toma whisky pero añora el ron.
Su travesía por el desierto le duro nada: hace meses montó su primer negocio. Esto no me lo dijo; lo intuí en sus ojos y en sus ademanes de nueva rica.

--¿Puedo preguntarte algo personal?

--No.

Juguetea con el vaso. Paladea sus alcances comerciales como si fueran whisky. El gusto a profesionista exitosa se le disuelve en cada hielo que mordisquea.

--¿Cuánto has avanzado con tu nuevo amante?

--Me expando por mí misma, no gracias a nadie. Me estoy comiendo el mundo.

-- Más bien a sus habitantes, sector masculino.

La imagino publicando libros motivacionales contando su verdad: “comencé a triunfar cuando sorprendí a mi pareja viendo televisión con su amante. ¡Venganza es el nombre del juego! Sea vengativa, lectora de este libro de superación personal, y el coraje será la adrenalina que la empuje a actuar, el litio que le de cordura, las feromonas que la tornen sexy, el veneno que la mate al final”. ¿Conoces tú las propiedades de la venganza? Son infinitas, como arena del desierto.

--A ver: ¿cuántos años tengo?

Calculo treinta y ocho. Mido los surcos de su rostro, la incipiente papada y la ansiedad de algunas mujeres por aparentar menos edad. Reviso sus manos y aventuro la cifra. Inflama sus mofletes de indignación. Añado, en desagravio suyo, que ganar un sitio en los negocios le redujo el vientre, le alisó la frente rugosa, le puso los senos en su lugar. Le hizo creer que disfruta el whisky aunque le guste el ron.

--Soy una profesionista exitosa.

--Lo se y te doy mi pésame.

En su vida logró tres veces lo que, quienes jugamos a las cartas, conocemos como Royal Flush o Escalera Real, una jugada casi imposible: deben salir los cinco naipes más altos del mismo palo. La primera jugada milagrosa le salió al rebelarse contra el acostón televisivo de su pareja. La segunda al conocer a su primer amante de muchos que vendrían después. La tercera cuando inició su negocio. Royal Flush: vencer con cinco naipes.

-- Me gusta tu metáfora.

Toma del whisky que no le agrada porque prefiere el ron. Se vanagloria de cada peldaño que ha subido de la Escalera Real. Bien instalada en la cresta social, adoptando poses de ejecutiva, de aficionada al gym los domingos por la tarde, pantalón a la cadera True Religion, blusa Juicy Culture.

--¿De qué tendría que apenarme? ¿De ser exitosa? ¿De atraer casados? ¿De cuál de mis Royal Flush debo avergonzarme?

-- Tu sabrás. Del que te impida dormir.

--Yo duermo muy bien.

--Cualquiera, con un Tafil.

 

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