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1811 6 Abril 2015

 

 

MUROS Y PUENTES
Joni
Raúl Caballero García

 

Dallas.- Un hecho fortuito me llamó la atención: hace días a Mita le llegó un libro escrito por Sheila Weller titulado Girls like us (2008), tres biografías de tres cantautoras que son íconos de los ámbitos del folk y del rock estadounidense: Carly Simon, Carole King y Joni Mitchell.

De las tres ha sido Joni la que ha cuestionado el contenido (“hay muchas suposiciones”, dijo). Pero el hecho de que las tres son una especie de heroínas vanguardistas desde el mundo de la música es real. Las chicas venían siendo poco más que groupies hasta que mujeres como ellas se subieron a cantar y a cambiar el discurso, primero desde el folk y luego dentro del rock. Ellas tomaron el escenario con sus letras y su música, con su guitarra y con su voz, con su propio discurso, con su propia poesía.

En estos días acaso la más combativa, Joni –que en USA irrumpe en la escena de la onda plena de versatilidad, procedente de Canadá– libra otra lucha con una enfermedad de la que poco se sabe y, sin buscar invadir su ámbito personal, le doy forma a estas líneas que en todo caso son en su honor.

El último día de marzo se difundió que Joni Mitchell había sido internada en un hospital en Los Ángeles, y desde ese día, primero en las redes y luego en múltiples medios digitales e impresos, ofrecieron fragmentos de su historia, videos con sus canciones y esa parafernalia que se entresaca de la nostalgia.

Al día siguiente circulaban preguntas sobre su estado de salud, pero no respuestas. Tres días después nos seguíamos preguntando, sin que se difundiera la causa de su hospitalización, más allá de que la recogieron inconsciente en su casa; dado que el adagio dicta que las malas noticias llegan pronto, dimos por hecho que estaba “despierta y con buen ánimo”... lo único que trascendió hasta entonces.

El caso es que cuando supe que la hospitalizaron, repasé recuerdos en los que su dulcísima voz acaso aterciopelaba la psicodelia; sus primeros discos llegaron en los años más intensos de aquella hornada de soñadores vitalicios: Song to a Seagull (1968), Clouds (1969), Ladies of the Canyon (1970).

A estas alturas del tiempo las alarmas no son fortuitas, no son pocos los que cruzaron los 27 para seguir soñando... y que ya se han ido; saber de los que quedan es reconfortante en la cofradía.

A propósito de Joni, su canción Woodstock se vuelve un himno, la publica en su disco Ladies of the Canyon y luego la versionan Crosby, Stills, Nash & Young, con quienes trabaja muy de cerca desde el principio y durante mucho tiempo.

Luego de saber de su hospitalización, hice una petición de opiniones entre amigos: “Hace poco busqué en Wikipedia y he visto algunos de sus videos”, me responde desde su oficina Mita, mi compañera de vida, y agrega: “Me compré su álbum Blue. Lo he escuchado todos los días esta semana. Lo disfruto. Tenía una voz excepcional y según leí es una de las mejores compositoras del siglo xx, además de que es ícono de la generación de Woodstock”.

En Blue (1971) ella está en su mero mole, intimista y extrovertida a la vez, expone los interiores y exteriores de su generación. La discografía de Joni Mitchell, como su vida, es portentosa... pero también desarrolla –igual desde niña– su expresión en la pintura. Con su arte pictórico ilumina varias de las portadas de sus discos y de los de sus amigos. En la música y en la pintura avanza como autodidacta, la creación de sonidos y de imágenes son parte connatural de una artista magnética, Joni atrae a toda la flora y fauna de su generación.

“Ahorita lo que recuerdo es la portada de un álbum de Crosby, Stills, Nash & Young que ella elaboró”, me dice el músico de blues Patricio (Pato) Morelos. El disco referido es So Far, cuya portada es una pieza pictórica de Joni; asimismo, los cuatro músicos y activistas políticos incluyeron su versión de la rola Woodstock en su disco Déjà Vu.

Pato y yo repasamos –a propósito del tema Woodstock– que al componerlo Joni redefinió el gran festival al que ella fue invitada, pero curiosamente no asistió, por tener otro compromiso (uno de sus mayores arrepentimientos en la vida, según declaró tiempo después); pero luego de pasado el festival de los tres días de paz y música, al saber la euforia y la energía y la épica del festival, Joni compuso esa rola que se volvió emblemática de la contracultura. “Muy buena rola”, declaró Pato.

Joni Mitchell es una de las principales cantautoras del Movimiento Hippie, una partidaria del pacifismo con una posición independiente, política; en su música se refleja “una singular capacidad lírica y una profunda introspección emocional y contemplación sociocultural” –se apunta en su biografía–, que la convierten en una de las más influyentes artistas en la historia de la composición femenina.

“Déjame hacer memoria”, me dijo por su parte Alfonso Teja Cunningham. “Bueno, la conocí por su canción Woodstock, que hicieron muy popular Crosby, Stills, Nash & Young... luego supe mejor, por ‘fuentes directas’, cómo era ‘la onda’ en Laurel Canyon (suburbio de LA), donde vivían muchos músicos hippies, y la casa de Joni era algo así como el centro de convivencia. Siempre ella me pareció un símbolo muy ‘nuestro’, muy interno para los que desde este lado nos sentíamos plenamente contestatarios ante el sistema. Eran los tiempos de Ronald Reagan como gobernador en California.

“Supongo que todo ello, de alguna manera –prosiguió Teja Cunningham, quien fue el cantante del legendario grupo de rock Quo Vadis, en Monterrey– fue inspiración para que Mi casa tuviera una función parecida (en complicidad con mi mujer, que era la que hacía la comida vegetariana), con toda proporción guardada. Todo mundo de la onda llegaba a aquella casa rodeada de jardín en la colonia Anáhuac, al norte de Monterrey. Todo un universo de músicos, desde los locales y regionales, hasta Javier Bátiz y toda la banda del ‘Peace and Love’ (con Ricardo Ochoa y las demás estrellas de Avándaro) y hasta los devotos de Krishna, que aún no tenían sede permanente en la ciudad. Eran tiempos de mucha solidaridad generacional, y Joni Mitchell escribió más de uno de nuestros himnos. Excelente compositora. Ojalá se recupere la querida güerita”.

Ojalá.

 

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