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1820 17 Abril 2015

 

 

SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Trabajo y salario
Edilberto Cervantes Galván

 

Monterrey.- El año pasado se presentó un debate nacional sobre la necesidad y conveniencia de elevar los salarios mínimos. Una de las primeras reacciones fue en el sentido de que todo incremento salarial que no derive de aumentos en la productividad provoca un efecto inflacionario.

También se señaló que el salario mínimo no cumple con el mandato constitucional de que debe ser suficiente para cubrir las  necesidades básicas de la familia del trabajador. Aún más, se reconoció que con el salario mínimo actual se está por debajo de los niveles de subsistencia.

El tema de los salarios es un asunto que no sólo preocupa en México. Pero la respuesta a las demandas de incremento de los salarios se da en términos similares en otras partes del mundo.

El premio Nobel de Economía, Paul Krugman, plantea que el estancamiento de los salarios y, en términos más generales, la reducción de puestos de trabajo capaces de mantener a la clase media son dos grandes problemas en los Estados Unidos.

Krugman plantea que el bajo nivel de los salarios no es resultado del juego de la oferta y la demanda en lo que se denomina mercado laboral. Y que tampoco la competencia internacional y el desarrollo de tecnología ahorradora en mano de obra son factores que impidan que se paguen sueldos dignos a los trabajadores, al menos en los Estados Unidos.

Reconoce que en el sector de las manufacturas se enfrenta  más competencia internacional que antes, pero destaca que la gran mayoría de los empleados estadounidenses trabajan en el sector de los servicios y no les afecta el comercio internacional.

Para Krugman el mercado laboral no es como el mercado de la soya o el de la carne. Los trabajadores son personas: por lo que  las relaciones entre los empresarios y sus empleados son más complejas que una simple relación entre oferta y demanda.

Existe margen amplio para subir los salarios –señala Krugman– a pesar de los argumentos en contra. Por ejemplo: se dice que al subir los salarios se encarece la mano de obra y eso hace que se reduzca la demanda de empleados. Para el Premio Nobel ese efecto –que la subida del salario destruya empleo– es débil o inexistente. No es válido –no está demostrado– afirmar que subir el salario mínimo destruya empleo.

Por el contrario, elevar el salario mejora la calidad del empleo. Los trabajadores no son frías materias primas. Los empleados con un sueldo digno tienden a trabajar mejor (por no mencionar que es menos probable que se marchen y haya que sustituirlos).

Frente a las opiniones de que no conviene subir los salarios, están los argumentos de quienes consideran que la economía mexicana debiera sostenerse más en el mercado interno y no depender como hasta ahora del mercado externo.

Para fortalecer el mercado interno, el elemento principal es que haya demanda interna, que haya mexicanos con capacidad adquisitiva; y esto se logra con mejores niveles salariales, desde los escalones más bajos de remuneración.

Los argumentos tradicionales en contra de subir los salarios no se sostienen.  

 

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