Suscribete

 
1820 17 Abril 2015

 

 

La Internet es un arma cargada de futuro
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Buscamos la appde taxi seguro en nuestro iPhone, entramos al GPS para fijar en automático el espacio terrestre justo donde nos ubicamos, a cualquier hora del día. Como por ensalmo, el vehículo llega por nosotros en un par de minutos.

Ahorramos tiempo, dinero y la molestia de llamar a un número telefónico de sitio de taxi generalmente ocupado.

Pasamos lista a las películas de cine en la web, revisamos salas y horarios antes de seleccionar los asientos en el croquis y transcribimos los datos de nuestra tarjeta de crédito: tenemos cubiertas las reservaciones del estreno del viernes sin movernos de casa. 

¿Viajamos mañana por avión? Entramos al portal de la aerolínea, pagamos virtualmente e imprimimos el pase de abordar. Liquidamos los servicios de luz, cable, predial, tenencia en nuestro iPad desde la banca en línea y guardamos cada recibo en Dropbox. El plástico sustituyó al dinero; los bytes sustituyen al plástico: el dinero tangible se desvanece en el aire.

Nuestros hábitos de consumo en la red virtual se han vuelto irónicamente sedentarios, automáticos; un acto-reflejo. Casi cualquier comercio personal es e-commerce. Todo tiempo futuro (si es digital) será mejor: añoramos el porvenir; padecemos nostalgia del mañana.

¿Queremos comprar una buena novela o un libro de consulta especializado?: los adquirimos en Amazon, en la sección de libros electrónicos de Gandhi; los leemos desde el Kindle. La operación para leer el más reciente best seller tarda lo que un clic.

Leemos las noticias casi en tiempo real en periódicos virtuales, que se reproducen como hongos. Ninguno de ellos se imprime, pero fijan tendencia indiscutible en la localidad. Y sin rubor hipócrita reconocemos no recordar la última mañana cuando tuvimos un ejemplar de periódico impreso manchándonos los dedos.

Mario Vargas Llosa y Fernando Savater sostienen que estos nuevos hábitos y paradigmas no auguran nada bueno para las futuras generaciones. Defienden las ventajas de palpar objetos materiales como en sus años mozos: álbumes de fotos amarillentas no almacenadas en Instagram, mensajes escritos no en postales sino en un post de Facebook. Pero tarde o temprano tendrán que admitir que la ecología de las redes sociales llegó para quedarse y que esas novedades calientes nos inspiran una placentera sensación de libertad.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com