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1851 1 Junio 2015

 

 

Primavera regia pospuesta
Cristina Herrera M.

 

Monterrey.- En esta intervención no deseo contarles el libro, más bien, quiero saltarme directamenta a las críticas.

Porque el libro es bueno, es un texto que en su definición como crónica o narrativa, también es un texto de historia. El libro relata una de las historias recientes que hemos vivido en el área Metropolitana de Monterrey. Ahí sí, porque (y ésta es la primer crítica), el libro no presenta al movimiento social que resistió la guerra en Nuevo León. Los activistas del libro son, somos, citadinos. Las luchas del campo, las asociaciones que hicieron o no la gente de pueblo en esta época de crisis no están presentes, no se abordan.

Y esto no es pecado. La existecia, la estructura, el efecto de este libro nos dan la pauta para comprender la invisibilidad o sospecha de la ausencia de ese conocimiento, el de las causas sociales defendidas en todo el pueblo, son desconocidas, incluyendo para mí. Ignoro si existieron luchas en el campo neoleonés.

Al leer este libro, me introduje primero en un relato sobre eventos aislados, opiniones y acciones desconocidas, de personas sinceramente alejadas de mi realidad. Sin embargo, conforme fui avanzando en la lectura, como en la parte en que llega al movimiento surgido de la matanza del Casino Royal, las luchas aisladas de los colectivos se fueron formando y alineando en un entorno.

Ante eventos que posicionaba en esa porción de mi memoria que considero colectivos: la matanza del Casino Royal, los asesinatos en el TEC, el anti-chapulineo, el #YOSOY132 y Peña Nieto; ante estos eventos, muy presentes en la historia reciente de nuestro entorno, Jesús González comienza a armonizar y estructurar unas redes donde los individuos, los ciudadanos, comienzan a organizarse.

Donde antes de la coyuntura (vamos a llamarla así, por efectos algo teóricos pero sobre todo prácticos) desatada por el comienzo de la Guerra Contra el Narcotráfico, de Felipe Calderón, existían colectivos medio organizados internamente y desconectados por completo a manera de bloque, se fue gestando un deseo y posibilidad de hacer unión, de crear cambio juntos.

Digo que deseo y posibilidad, porque para que ocurrieran las cosas como ocurrieron en Monterrey era necesario que los actores lo desearan, que tuvieran en ellos personalmente las ganas de hacer un cambio, que se sentían en el momento y con las energías de crear y decir sí, vamos, vamos juntos, unamos nuestras luchas o creemos otra, una que nos lleve si no a cambiar el sistema, por lo menos a mejorarlo. Y algunos se concentraron en cambiarlo, y pues como vemos nuestro sistema como que medio es el mismo, pero no lo es…

Y posibilidad, porque las condiciones nacionales y el ánimo social estaban puestos. Nuestro país pasó por momentos durísimos, momentos cuando no importaba quién fueras ni qué hicieras, te sentías vulnerable. Y eso nos hizo darnos cuenta de que si teníamos esa gran amenaza desde grupos de poder criminales, fuera de la ley, la ley debía protegernos, ¡y no lo hacía! Nuestros gobernantes eran mierda. Sus contratos, su abuso del dinero, su manipulación de la gente, del poder y de las instituciones pervertía profundamente un ambiente de por sí agresivo. Y eso hizo despertar o por lo menos cuestionar a muchas personas, generó molestia y la molestia quiso generar conciencia.

Ante este ánimo, los colectivos locales encontraron un eje articulador y una lucha común. Compartimos espacio social organizaciones de antaño, colectivos nuevos, ambientalistas, estudiantes, amas de casa, profesionistas, ¡ciudadanos! Esta fue una etapa especial en nuestra vida democrática.

El libro nos lleva a recorrer la forma en que este movimiento se fue desarrollando. Aquellos colectivos que fueron enfocando sus luchas a una y aquellos colectivos que tomaron otros caminos. El momento social de unión de ciudadanos no fue uniforme. Hablamos de una coyuntura histórica, política, pero no de un movimiento social. Son muchos. Bajo el cobijo espacio-temporal de la guerra contra el narco, varios movimientos pelearon y establecieron su lucha.

Tomemos un ejemplo. Cadhac. Su lucha de antaño en la defensa de los derechos humanos se vio encauzada para apoyar a las nuevas víctimas del poder. En este devenir, Cadhac coincidió y formó a un nuevo conjunto de luchadores sociales. El proceso de crecimiento que posteriormente derivaría en una forma de crisis de legitimidad, se comprende desde la perspectiva de una profunda indignación ante la injusticia. Y en este campo más grande, la lucha contra la injusticia, las perspectivas son muchas, las ideas son múltiples y las propuestas también se diversifican.

Formación, unión e identidad son procesos inherentes a la formación de movimientos. Lo que viene después, su adaptamiento ante las injusticias y ataques del sistema, son fenómenos únicos que definen la historia.

Difícil es saber cómo terminará esto, definir la profundidad y duración del cambio en nuestras manos. Por el momento sabemos que muchos colectivos perecieron, tuvieron su momento de brillar pero brillaron mucho y muy rápido. Y también sabemos que otros ahí siguen. Siguen en el ámbito de sus luchas y que aquí están haciendo cambios. Institucionalizados o no, en el presente hay colectivos y grupos sociales que no han dejado la lucha. Porque lucha es lucha. El objetivo se mantiene. Más allá de las discrepancias por ideologías y patrocinadores, persiste el objetivo común: la lucha contra la injusticia desde la ciudadanía.

El futuro no se puede adivinar, pero nuestro presente sí lo podemos comprender y con textos como el libro “Primavera Regia Pospuesta”, tenemos a nuestro alcance la posibilidad de reconstruir nuestra historia y comprender nuestra posición. Todos tenemos una posición, todos somos individuos en este conjunto social y formamos una parte de su estructura; lo que nos falta a algunos es tomar postura, definir lo que queremos y haremos por nuestro mundo.

Una vez que lo encontremos, construyamos espacios para compartir y crear; construyamos espacios de lucha ante un  sistema que nos maltrata, abusa de nosotros y no nos reconoce; construyamos el Monterrey, el Nuevo León de nosotros, donde queremos vivir nuestra vida y que los demás también quieran vivir la suya.

* Texto leído por la autora en la presentación del libro Primavera regia pospuesta, de Jesús González, realizado el 28 de mayo de 2015, en el Café Gargantúas.

 

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