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1857 9 Junio 2015

 

 

El contexto de una elección
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- Leo en twitter y facebook el convencimiento de muchos de que la elección estaría amañada.

Un comentario sostenía que la cuestión sería de qué tamaño sería el fraude, dando por sentado que el fraude no ha desaparecido como sostienen los partidos políticos y consejeros electorales que los acompañan.

Y no es que a quien leo sea la mayoría, ni siquiera creo que sea una muestra representativa de nada, pero tampoco estoy convencido que los muchos llamados a votar se deban a que la gente ha desarrollado una gran conciencia ciudadana; más bien parece ser un grito desesperado porque están convencidos que si votan en masa lograran romper lo que parece una maldición: los grandes partidos PRI-PAN-PRD se llevan una gran tajada del pastel para seguir negociando a espaldas de la gente como ya nos han acostumbrado. No hay rendición de cuentas y la tajada implica miles de millones de pesos y posiciones legislativas que muchas veces producen moches, o sea, más corrupción con impunidad. No le sucedió nada a los diputados denunciados por cobrar comisión a cambio de los fondos que gestionaron. La novedad es que surge como actor principal Morena, que ya tendrá oportunidad de negociar en lo obscurito.

Así que una vez más el problema se sintetizó en la abstención electoral, dónde hubo quien mencionaba que todos tenemos la culpa, la que no se quitaba ni por mostrar el dedo manchado en una foto en facebook. Pero en esta elección la abstención alcanzó 53.87 que es consistente con la abstención regular en el país, y que es inferior al 55.31% de la última elección similar en 2009. Sin embargo, una vez más habrá desgarre de vestiduras. El análisis de la abstención difrere desde la óptica con que se le vea.

Para los partidos políticos implica que pueden carecer de la legitimidad necesaria para imponer sus agendas particulares, aunque después de que pase el furor por los datos y el análisis inútil de algunos académicos, incluídos los que podrán probar el impacto de sus llamados catastróficos (ahí quedan los proponentes del voto nulo que fue 146,415 menos que en la elección de 2009), y lectores de noticias que se sienten analistas políticos, los partidos harán como siempre lo que les de la gana, porque la constancia de mayoría les da patente de corzo para utilizar el fuero de la mejor manera que ellos determinen, bueno, ellos y sus cúpulas políticas, las que con más frecuencia de la deseable se venden o negocian de forma totalmente egoísta y en secreto. Ninguna elección le da autoridad a los partidos para negociar temas que no se manejaron en la elección y sin embargo, se sacan de la chistera, cual conejo deslumbrado, temas que afectan de forma drástica la realidad nacional, y para eso poco les importa el nivel de la abstención electoral.

Para una parte de la sociedad la abstención es garantía de fraude, porque la gente se ha convencido de que la movilización del voto duro de los partidos les permite imponerse sobre los ciudadanos, lo que es cierto, pero que por si mismo no es fraude, es simplemente que la capacidad de movilización del voto, por cualquier medio posible, oferta de trabajo, lealtad institucional, etc., les da una gran ventaja. Claro que ahí se filtra la compra del voto, que en esta ocasión se le ha atribuido a los tres grandes PRI-PAN-PRD, aunque varía dependiendo de la entidad geográfica y de la posibilidad de manejar fondos suficientes, que normalmente son públicos.

Sintetizando lo que dice mucha gente: a final de cuentas todos son lo mismo y la democracia está más lejos que nunca. Porque si es necesario que las fuerzas armadas tengan que resguardar una elección, es porque los mecanismos de negociación democrática no existen.

Y ese es justamente el discurso de los nuevos Bonzai; ellos son distintos y debemos creérselo, aunque salieron de la panza de los viejos corruptos y debemos o queremos confiar en que finalmente no se parecerán a su ADN original. ¿Serán las costillas que tomó prestado el Estado para crear nuevas opciones que no sean muy distintas, aunque están creadas a imagen y semejanza de lo que está podrido, pero que necesita maquillaje de emergencia?; o, ¿serán engendros derivados de una podredumbre política que busca con denuedo ampliar las oportunidades para los múltiples apetitos que han visto muy bien que la política es un magnífico negocio? La respuesta a estas preguntas tampoco tiene que ver con la abstención electoral.

 

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