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1858 10 Junio 2015

 

 

Crónica de una victoria (matemáticamente) anunciada
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- A principios de este año, como parte de sus intentos legales para ser candidato independiente y porque así se lo solicitó la Comisión Estatal Electoral, Jaime Rodríguez Calderón comenzó a levantar una base de datos (que tecnológicamente se conoce como big data).

Hasta alcanzar casi 450 mil registros con nombres, direcciones, copia de credencial de elector y firma de los registrados, que así daban su consentimiento para que el Bronco usara toda esa información personal. La CEE le solicitaba por Ley alrededor de 150 mil registros, pero Rodríguez Calderón (por interés propio) ensanchó el ambicioso requisito.  

Pocos repararon entonces que con 600 mil votos se ganaba una elección para gobernador de Nuevo León. Mientras tanto, los partidos locales se dedicaban a practicar todo tipo de piruetas internas, menos a actualizar sus empolvadas estructuras de promoción del voto.

Perdieron un tiempo valioso; lo desperdiciaron en la contratación de expertos de marketing electoral, en asesores que les cobraron tarifas millonarias por consejos banales y en la composición de inútiles “cuartos de guerra”.

El nombre del juego para estos partidos era “guerra sucia”, aunado a acuerdos secretos con medios masivos, encuestas para el autoengaño y el cabildeo con las diversas tribus, mandamases, bandas y pandillas partidistas para nombrar a los colaboradores que cubrieran los cargos de su organigrama de campaña: un burocratismo del demonio en un entorno competitivo que debía ser dinámico y ágil. En realidad, se les olvidó que el verdadero nombre del juego era “ingeniería electoral”.

Para empeorar los condiciones previas al arranque de las campañas, los partidos no contaron con un auditor estricto y gratuito que sí tuvo Jaime Rodríguez para que integrara bien su big data. Ese auditor de Jaime se llamó Comisión Estatal Electoral, tan minuciosa irónicamente en determinar que los registros de ciudadanos que le entregó el aspirante a candidato independiente fueran reales y cubrieran al pie de la letra los requisitos impuestos.

¿Y a quién otro sino al propio Jaime le importaba que esa base de datos estuviera vigilada con lupa? Cada uno de esos registros era casi un anticipo de voto garantizado, varios meses antes de que llegara al 7 de junio.

En otras palabras, gracias curiosamente a las autoridades electorales, altamente celosas de su labor, Jaime Rodríguez inició su campaña con 450 mil votos prácticamente metidos en la bolsa (o en las alforjas de su cuaco, como diría él). Lo que siguió ya es historia: los candidatos a gobernador de los partidos mayoritarios consiguieron hasta el día de la elección lo que Jaime Rodríguez ya tenía desde el inicio de la contienda: alrededor de 440 mil votos.

Rodríguez trabajó entonces para doblar su apuesta inicial y consiguió ganar la contienda con 940 mil votos, más del doble de lo sumado por las dos principales fuerzas políticas de la entidad. ¿Moraleja? Nadie hace mejor las cuentas en el corral de las reses que el ranchero que cuida su ganado.

 

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