Muerte en Apodaca
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Raymundo Flores y Fuerza Civil combinaron esfuerzos para asesinar a un adolescente de 17 años. Alan Alejandro Molina, vecino de Apodaca, cayó antenoche en un foso de siete metros de profundidad.

Raymundo Flores nunca se molestó en disponer que se instalara alguna medida de seguridad para salvar vidas humanas. Qué le importa al alcalde que sus gobernados de origen humilde vivan o mueran. Él está en lo suyo, que ya sabemos lo que es.

En Apodaca, así lo hace saber Raymundo Flores, es más barata la vida humana que un tambo o unos metros de cinta que rodeen las trampas mortales. Raymundo Flores no estuvo solo en el homicidio.

Varios vecinos se dieron cuenta que el chico estaba atrapado en el fondo del agujero e intentaron salvarlo. Pero  agentes de Fuerza Civil les cerraron el paso –así lo publica El Norte— supongo que simple y sencillamente para afirmar su autoridad, lo cual es muy importante para estos pobres diablos.

Cuando llegó Protección Civil, tres cuartos de hora después, Alan ya estaba muerto. Cierto: las trampas las abrió la CFE y supongo que a dicha entidad le correspondía poner las salvaguardas.

Pero, ¿es correcto que se pierda la vida de un joven por una disputa de unos cuantos pesos entre el Ayuntamiento de Apodaca y la CFE? Raymundo Flores es un asesino, como lo son los polizontes de Fuerza Civil.

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La presidente de Argentina, Cristina de Kirchner, dice que sus filósofos predilectos son “los españoles Ortega y Gasset”. No llores por mí, Argentina.

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