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1919 3 Septiembre 2015

 

 

Autocrítica ausente
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- El PRI es fiel a sí mismo. Enrique Peña Nieto me recordó ayer al verboso de Luis Echeverría. Si entendí bien, lo que nos dijo fue que en tanto las economías de casi todos los países se debilitan, la nuestra se vigoriza.

Es bueno saberlo. EPN pudo haber abreviado en dos minutos el mensaje de dos horas que nos dirigió en el patio central de Palacio Nacional. La parte medular del guión fue un ataque directo a la yugular de Andrés Manuel López Obrador. Todo lo demás era y es prescindible. La intolerancia, la demagogia y el populismo no son soluciones sino una “amenaza recurrente”.

El despegue de Morena en las elecciones asustó al Sistema. Al igual que el brasileño Lula, Andrés Manuel sigue en la trinchera: no abandona la lucha y, en muchos sentidos, hace camino al andar. El tabasqueño será candidato para el 18. Y eso no le agrada ni tantito a la cúpula del poder.

Es cierto que la intolerancia, la demagogia y el populismo han sido las herramientas que usaron algunos dictadores para tomar por asalto el poder. Pero Andrés Manuel no es Hitler o Mussolini. Vamos, ni siquiera es Hugo Chávez o Evo Morales.

Algunos militantes de Morena son intolerantes –lo probaron ayer– y al de Tabasco en sus malos momentos le da por hacerle al demagogo y hablar como profeta del populismo. Y qué. ¿Acaso no hace demagogia Peña Nieto cuando nos dice que México será en breve una de las diez economías más grandes del planeta?  Para mí, eso de que México “será motivo de inspiración para el mundo” es demagogia químicamente pura. 

Desde mis primeros años escuché a los adultos referirse al Informe Presidencial como la danza de los millones. Nada ha cambiado. De entrada, confieso mi ignorancia: no sabía que tenemos tanto dinero para construir la recia infraestructura que ayer nos prometió EPN.

También debo admitir que soy escéptico. El jefe de Estado anuncia: “estamos reduciendo la pobreza”,  para en seguida admitir que en los últimos 24 meses el número de pobres aumentó en dos millones. Tampoco me convencen sus ofrecimientos de “transparencia y combate a la corrupción”. Que va a promover la enseñanza del inglés. Por Dios, si la mayor parte de nuestra gente no habla correctamente el español.

El director del Canal del Congreso, Javier Solórzano, ignora la regla de la contracción gramatical y en vez de decir “del micrófono”, barbota “de el micrófono”. Que el gobierno federal va a apretarse el cinturón. Pero si está gastando veinte millones de pesos al día en promoción por TV. Que es importantísima la embajada que México abrió en Jordania y que la educación seguirá siendo gratuita si hace siglos dejó de serlo.

Nos presume la ley que supuestamente controlará el endeudamiento de los gobiernos locales. Lástima: para Nuevo León, esa legislación llegó demasiado tarde.

EPN hace suyos los triunfos de los deportistas en el extranjero y nos explica que si no hemos alcanzado los anhelados estadios de desarrollo es por culpa del desorden en las finanzas internacionales.

Mucho aplauso, mucho abrazo, mucho beso –nomás de cachetito, ¿vale?– entre los notables. La gran ausente fue la autocrítica.  

hugo1857@outlook.com

 

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