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1944 8 Octubre 2015

 

 

La vida es bella
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- André Rieu es un gigante que nos embellece la vida. Este holandés es una anomalía de la naturaleza: violinista, director de orquesta, compositor. Quizás desde que estaba en el vientre de su madre ya sabía que la música es poesía.

Pero, por si fuera poco, el hijo de los Países Bajos es un hombre-espectáculo que enloquece de alegría a millones. Sus presentaciones son un sueño de quinceañera enamorada: las hermosas chicas rubias y negras que cantan, los maestros que forman la Orquesta Johann Strauss, globos, serpentinas, mariachis, gaiteros escoceses, escenografías que simplemente nadie puede imitar, coros integrados por niños de las ciudades donde el neerlandés lleva su magia. Y Rieu con su violín Stradivarius de 1667.

El público se levanta, baila en los pasillos, aplaude, grita, sale a danzar a las calles y plazas y pide más. Y Rieu obsequia lo mismo corridos mexicanos que canciones románticas, trozos de óperas o composiciones clásicas. Ahí está una de las manifestaciones de su grandeza: enseñarnos que las piezas de los grandes maestros son nuestras, están a nuestro alcance, las comprendemos, las sentimos, las gozamos. Beethoven, Mozart et al  no son monopolio de la plutocracia.

La música, lo sabían muy bien el alemán y el austriaco, no es inofensiva: tiene una tremenda carga política. Rey del Vals coronado por las eminencias musicales de Europa, Rieu tiene a Strauss en el altar mayor de su templo, con Anton Dvorak –me parece– a un lado.

Pero eso lleva a engaño. En el Auditorio Nacional de la ciudad de México hechizó al público con Cielito Lindo, La Paloma y otras producciones que lleva el mexicano en su ADN musical. Quisiera decir tantas cosas de este coloso del arte, pero me harían falta por lo menos dos que tres volúmenes de la Enciclopedia Espasa-Calpe.

Rieu nació en Maastrich y allá vive. Su padre era director de orquesta y a los cinco años de edad, el niño André empezó a tomar clases de violín. Precoz el chamaquito. Recuerda que “al principio me costaba mucho concentrarme, y es que mi profesora de violín era tan bonita que me enamoré de ella”.  Su primer composición, escrita con su hermano Jean-Philippe, fue “La Vida es Bella”.

Uno de sus grandes momentos fue allá por el año diez, cuando puso a bailar en las gradas a las docenas de miles de personas que fueron al estadio Ajax, de Amsterdam, a ver el juego de futbol. Y otra hora de gran emoción fue cuando en su Maastrich natal dio a conocer la composición “And the Waltz Goes On”, que Sir Anthony Hopkins escribió especialmente para él.

Rieu, quien ofrece gratis muchos de sus conciertos, no nos pide, con su música, que olvidemos los problemas del hombre y la humanidad. Simplemente, nos llena el alma de hermosura y nos hace entender que las crisis nos pueden derribar, pero el arte nos ayuda a levantarnos.

Tenía razón aquel viejo cachondo de Faulkner cuando dijo que “el hombre prevalecerá”. Me disculpo con el editor y mis tres lectores. 15diario es un periódico político pero, el arte es el bosque mágico donde la política sana y limpia –que también existe– vive muy a su gusto.

hugo1857@outlook.com

 

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