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1957 27 Octubre 2015

 

 

Agua por todas partes
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- México es un barco que hace agua por todas partes. El capitán, los oficiales y parte de la tripulación están empeñados en cumplir la consigna de hundir la nave. La mayor parte de los marinos y pasajeros no responde a la emergencia.

Sólo un puñado de tripulantes y viajeros da la pelea para evitar el desastre.

Pepe Revueltas se preguntó si los mexicanos estamos hechos de materia vil. Me temo que el problema es todavía más serio: el segmento mayoritario de la sociedad está educado en la cultura del valemadrismo. El hambre y la ignorancia terminaron por convencer a millones de aztecas que la corrupción y la miseria –miseria física, miseria moral, miseria intelectual– es, simplemente, nuestra forma de vida.

Los harapientos no se rebelan, escribió un pensador europeo. Pero el Poder no ha logrado arrebatarnos la esperanza y en el corazón de muchos mexicanos arde el fuego de la rebeldía ante los crímenes y abusos de la gran burguesía, sierva de los capitanes de la globalización.

No nos merecemos este castigo ni son irremediables nuestras enfermedades sociales y culturales. Podemos ser dueños de nuestro destino. No será fácil, pero en Nuevo León decidimos, en orden y paz, arrojar al cubo de la basura a una fracción de la legión de perversos que devastaron a nuestro estado. Apenas estamos comenzando la tarea.

Antes que nada, debemos entender que el político es una mala bestia en todos los tiempos y latitudes. Lo suyo es asesinar, mentir y robar. Y lo nuestro es acotar su “autoridad”, denunciar sus abusos y castigar sus atentados contra vida y patrimonio de los ciudadanos.

La rendición de cuentas y la revocación de mandato no son fórmulas mágicas que exorcizarán a los demonios de la corrupción, pero son medidas sanas que debemos adoptar a la brevedad. Ignoro qué intenciones animan a Rodríguez Calderón. Pero sé que no podemos permitir que su sexenio sea una nueva versión del medinato.

Pie de página
En Juárez, Nuevo León, el horno no está para tamales. En nuestro México tan lindo y querido resulta casi imposible saber con certeza quién ganó las elecciones. El hecho es que los simpatizantes de Américo Garza salen a la calle a protestar en tanto que los epígonos de Heriberto Treviño se quedan en casita. Y es que el cambio de giro del mal llamado Tribunal Electoral del Poder Judicial y la forma como lo hicieron provoca un tsunami de sospechosismo. Cómo, ¿después de tantos meses se dieron cuenta que la ídem estaba mal hecha? 

hugo1857@outlook.com

 

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